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viernes, 28 de octubre de 2016

Viernes y... a casa!

El cariño más necesitado

Escribo desde el tren camino a casa. Estudio enfermería en Santiago pero vivo en Vigo, así que cuando puedo me escapo aunque sea solo para ver a mi familia o disfrutar de una comida en casa o una coca cola con las amigas. Esta vez tengo la suerte de irme de viernes a martes, ya que hacemos puente.
Desgraciadamente, tengo a alguien en casa con graves problemas de salud, por lo que ya me sé muchas historias de hospital.
He de decir que desde el día que empecé las prácticas congenié con una adorable señora que lleva ingresada desde julio, la pobre. Esta paciente, a pesar de lo que ha sufrido y aguantado tanto tiempo hospitalizada, siempre me recibe con una sonrisa y con palabras cariñosas; al igual que su hija.
Un día de esta semana estaba su hija quejándose del timo que supone pagar la televisión del hospital, pero que si ella no puede ir a verla, está sola y nada la entretiene, su madre es una mujer de avanzada edad y no lee ni escribe, y al menos con la televisión se mantiene ocupada. Hablando de esto le di la razón, de que para pacientes que pasan mucho tiempo en el hospital supone una fortuna; por lo que ella y su madre me preguntaron qué le había pasado para que estuviera tanto tiempo ingresado y como considero que tengo algo de confianza con ellas, les dije así algo por encima del problema.
Pues bien, volviendo al tema, esta ha sido una semana muy ajetreada y he tenido un miércoles malísimo por que a mi _adre le hacían unas pruebas importantes esta semana.
Este viernes cuando entré en la habitación de la paciente en cuestión (llamada M), me preguntaron si hacía puente y si me iba a Vigo a pasarlo. A eso de las 20:30 cuando estaba repartiendo las últimas medicaciones y pinchando las últimas heparinas, M me preguntó que que tal estaba mi _adre y que "un biquiño para que se poña millor". Juro que me dieron ganas de abrazarla como si de mi abuela se tratara. A veces un par de palabras sinceras de un desconocido llegan hasta lo más hondo. Escribo llegando a Vigo ya, con ganas de llegar a casa y contar que siento que a algunos pacientes les importo como a mí ellos.

Hay tiempo para todo

¿Y por qué no se va a ligar en un hospital?

Ayer, al coger el ascensor para bajar a los vestuarios a cambiarnos al acabar nuestro turno, nos encontramos con una sorpresilla. 
En la máquina de café de la planta charlaba animadamente una pareja, pero no una pareja cualquiera, de esas que ves que llevan 20 años casados, no. Eran, nada más y nada menos que un paciente y la hija de su compañero de habitación. El chico, en principio, no tiene ninguna enfermedad grave, simplemente una fiebre sin foco, por el momento. Ella, es una chica joven y guapa, cuyo padre está recientemente operado ya que sufre cáncer de próstata. 
Ambos, conversaban, pero no era una conversación cualquiera, era una de esas conversaciones que tienes con 15 años. Ella se tocaba el pelo sin parar, le salía la típica risa tonta y él le contaba historietas para que ella se riese todavía más. 
Nosotras, como buenas cotillas, nos quedamos allí un ratillo a observar la situación, pero no éramos las únicas. También apareció una auxiliar interesada por la buena nueva. "¿Cuánto tiempo llevan ahí?" nos preguntó. "Aquí uno ya llega a ver de todo". Y allí estábamos las cuatro, atentas a las reacciones de los 'tortolitos', esperando a que sucediese algo interesante. 
Hoy vamos con ganas de saber algo más acerca de este culebrón, a ver con qué nos encontramos.