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jueves, 3 de noviembre de 2016

La docencia

Enseñar es una labor complicada, de eso no cabe duda, pero cuando tienes que hacerlo, sin otro remedio, poner cara de perro no va a facilitar el trabajo. 

En estas tres semanas, pude ver enfermer@s de todo tipo, un@s con más ganas que otr@s, pero todos, absolutamente todos, me aportaron algo, me enseñaron algo, todos excepto la última, a la que llamaré Pepa, por ejemplo, para no decir su nombre. Pepa se dedicó a ir totalmente por su cuenta, sin preocuparse por que una personita iba detrás de ella, tratando de aprender. 

Si había que sacar medicación, pues ya la sacaba yo pero la ponía ella, si había que hacer una glucemia, pues yo sacaba mi papelito y la apuntaba, pero ya la hacía ella. Si le preguntaba cualquier duda se hacía la sorda. Si la seguía me miraba mal pero si no la seguía también. 

Al final, después de llevar 3 horas detrás de ella como un 'perrito faldero' le dije que ya llevaba en la planta tres semanas y que si quería iba haciendo yo las cosas. Pepa se debió de dar cuenta de que no estaba siendo una buena maestra y a partir de ahí me dejó hacerlo absolutamente todo, todo lo que ya sabía hacer, claro está, porque ella explicar no me explicaba nada. 

A las 21:00, aproximadamente, cuando ya habíamos acabado de hacer casi todas las cosas, me dijo: "Ya sé que hoy no fui una buena profe, me tienes que perdonar, pero es que tengo un dolor de muelas que me está matando" y empezó a charlar conmigo y a interesarse por cómo me iban las cosas. 

Todos somos personas y tenemos días mejores y días peores, pero hay que darse cuenta de que la gente que nos rodea no tiene la culpa de nuestros problemas. 

Mi enfermera favorita

Cuando te gusta tu trabajo, se nota

Hay gente a la que le gusta ir a trabajar. En serio, existe.

En el caso de la enfermería, cuando una persona tiene vocación, y le gusta cuidar de los demás, se nota. Por eso, hoy quiero hablar de Carmen, mi enfermera favorita.
Normalmente, cirugía es una planta caótica: hay algunos pacientes que ingresan y se van en apenas dos días, y otros que llevan desde agosto. También los hay que no van a ser operados, pero en las plantas donde deberían estar no hay sitio.
Esta cantidad de estrés (ingresos, quirófanos, altas, pacientes aislados, pacientes con dolor) hace que las enfermeras hagan todo con prisa y se limiten a tomar constantes, poner/sacar medicación, poner/sacar vías/sondas y demás mientras tú correteas a su lado.










Sin embargo, con Carmen es distinto. Por supuesto, el estrés se apodera de ella también, pero una cosa marca la diferencia: su preocupación por el bienestar de los pacientes y sus familiares.
Hoy, por ejemplo, le ha explicado tooooooda la medicación de un señor con parkinson y un tumor vesical a su acompañante. No tenía por qué, pero sabía que ella era su principal cuidadora y que no se quedaría tranquila sin saber si le estaban dando la medicación correcta a su marido.
En cada paciente que pasaba, además de él "aquí están tus pastillas" y " te voy a poner un suero", se paraba a preguntarles como se sentían, si la medicación le estaba sentando bien, si necesitaban algo más etc etc.
Para una persona que está en un ambiente desconocido, que está enfermo y ve como todos los demás gobiernan su vida menos él, a veces un simple gesto como ese puede hacerles más felices. Algo casi tan importante como curarlos.




¿Quién ha diseñado nuestros pijamas?

Si existe algo más antiestético que los pijamas de enfermería que se atreva alguien y que me lo diga. El primer día que te lo entregan no cabes en ti de la emoción, cuando llegas a casa y te lo pruebas ésta se acaba para siempre aunque te ves monísima, porque es tu primer uniforme de enfermera y te sientes parte de algo importante; luego descubres que ese traje es el mismo que llevan los cocineros de tu residencia, las limpiadoras, los panaderos, los ópticos, los veterinarios e incluso la portera. Así que creo que es el uniforme comodín, eso si, en cualquier variedad y color. 

Lo que aún no me quedó claro es qué medidas se utilizaron para diseñar esos pijamas, desde luego no las de una persona normal. No he encontrado aún el individuo al que le siente de maravilla el bueno del pijama, y eso que a mi me queda ridículo con ganas, pero he de decir que nunca he pensado "Que envidia, a esta le queda bien" , porque no ,no existe esa persona. 

Dicho esto, daré un punto a favor de los pijamas, y es que la casaca sea lo suficientemente larga (y grande a pesar de ser la talla S) como para que no se te visen las bragas a rayas que llevas el lunes o las de florecitas del martes. 

Gracias, señor modista, que has pensado en todo. La próxima si puede ser me abre un poquito más el cuello, que casi no me pasa la cabeza.


Trastornos alimenticios

¿Tema tabú o tema de moda?

Siempre hemos sabido que no es un tema cómodo para hablar en público; al menos para mí, nunca sabes a ciencia cierta hasta dónde conoces a la gente y hasta dónde puedes estar metiendo la pata con ciertos comentarios.
Acostumbrada ya durante estas semanas al sobrepeso habitual y al que casi estoy acostumbrada ya de los pacientes de mi planta, hoy he atendido a una paciente con anorexia nerviosa.
He sido avisada antes por mi enfermera, supongo que para que me mentalizara del tema, para no poner "caras" al llegar a la habitación.
Y efectivamente hizo bien. Siempre me he considerado una persona delgada y nunca me ha gustado la gordura ni me gustaría tenerla; pero nunca había visto un caso así de primera mano.
Impacta muchísimo, y a simple vista te das cuenta de que es una enfermedad mental para estar alguien en esas condiciones de salud y no percatarse.
Esta mujer, de unos 30 años casi ya, llevaba muchos años enferma ya, además de contar con una grave afección respiratoria (una EPOC) estaba ingresada esta vez en mi planta por una infección en la rodilla. No me atrevo ni a aventurar cuánto pesaría esta mujer, pero aseguro que muy, muy, muy poco.
Pronto me di cuenta de que no iba a ser una paciente normal, ni fácil. Tuve suerte que una de las enfermeras de turno de tarde de hoy ya había trabajado en la planta de trastornos alimenticios del hospital psiquiátrico de Conxo, y me estuvo contando algunas de sus experiencias allí.
Lo más importante es la medida de la diuresis diaria y pesarlas todos los días. Según dijo mi enfermera son pacientes muy retorcidas, muy mentirosas y que "se las saben todas".
Al parecer, estas pacientes beben a escondidas para pesar más cuando las obligan a ponerse en la báscula; por lo que se mide lo que se les da de beber y lo que eliminan por la orina, para saber qué han hecho.
En ocasiones se les tiene que poner una sonda nasogástrica para hacerles comer a la fuerza. Siempre tienen vía con nutrición enteral, es decir, sueros que les proporcionan el aporte necesario de glucosa y otros nutrientes. A veces, en casos extremos, se las tiene en cama con sujecciones físicas para impedirles hacer ejercicio.
Si el caso es muy grave están monitorizadas también para evitar posibles descompensaciones electrolíticas que pueden producirse en el proceso de realimentación


Como véis no son pacientes fáciles y exigen un trato muy distinto y fijarse mucho. Aún así le tengo curiosidad a este tipo de enfermedades, a ver si para el año que viene me toca.