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miércoles, 26 de octubre de 2016

El sacrificio de las enfermedades disgestivas

Hay pacientes unidos al hospital de por vida. En la planta de digestivo hay muchos, y las enfermeras se encargaron de explicárnoslo de la mejor manera posible. Cuando un paciente ingresa ya es conocido (en la mayoría de los casos) por el personal. Personas con enfermedades crónicas que llegan a planta, se pasan un mes, se les alivia el dolor, vuelven a casa 2 semanas y de vuelta otra vez al hospital. Al final todo son ciclos, pero sinceramente no creo que yo pudiese llegar a acostumbrarme a este tipo de vida.

Otros directamente llevan ingresados cerca de tres meses y no tienen pinta de marcharse. Las enfermedades que abarcan al sistema digestivo pueden ir de leves a graves, y en la planta hospitalaria abundan sobre todo las cirrosis hepáticas, pancreatitis, cáncer, colitis ulcerosa, etc, siendo la mayoría de los síntomas las nauseas y vómitos, sangrados digestivos, estreñimiento, dolor abdominal... Para controlar estos problemas la mayoría de nuestros pacientes están citados a pruebas como colonoscopias, endoscopias, ecografías y un largo etcétera de pruebas para las que previamente deben estar en ayunas y cerca de unas 20 horas de reposo posterior.

Cualquiera de las enfermedades que te puedan afectar son un sacrificio, pero creo que, y también por vivirlas desde más cerca, las que engloban al aparato digestivo son un verdadero fastidio. 

Menos mal que hay descanso

Hoy ha sido una tarde muy "entretenida" en la planta 1 del Hospital de Conxo. A pesar de que hoy había cuatro enfermeras en vez de cuatro, no he parado de hacer cosas. Además, me han dado mucha más autonomía. Después de colocar la medicación pautada, fui a repartirla: pastillas sueros, nebulizaciones, intravenosas etc.
Según fueron llegando los ingresos fuimos registrándolos mi compañera de prácticas y yo en GACELA, con sus correspondientes planes de cuidados y escalas.  A éstos también se le tomaros las constantes. Por otra parte, a los pacientes que iban subiendo de quirófano les fui a mirar tensiones, preguntarles que tal estaban y mirar que traían puesto de quirófano ( vías, sondaje, suero...). Como siempre en esta planta, ingresos y quirófanos se sucedieron durante toda la tarde.
Además, hicimos la cura de la herida de la operación de hernia ( de la que hablé ayer) Lucía ( mi compañera de prácticas) y yo solas, y vimos, por primera vez el cambio de una bolsa de una colostomía. No ha sido un rato agradable, las heces ajenas nunca lo son, pero son gajes del oficio. Fue realmente impresionante ver, literalmente, el intestino de la paciente mientas ella hablaba con total tranquilidad.
A pesar de que la tarde ha sido agotadora, me ha gustado no estar siguiendo a mi enfermera y, aunque haya tenido que llamarla un par de veces por pequeñas dudas, sentirme útil y que puedo hacer las cosas yo sola.

Sonda y distrofia, combinación fatal

Esta semana, tengo entre mis pacientes a un hombre de avanzada edad que estaba ingresado por un recambio de su prótesis de cadera. Para colmo, el pobre hombre (le llamaré Manolo) sufría de distrofia de próstata.
El paciente, parece ser que se orinó encima inconscientemente, por lo que mi enfermera decidió colocarle una sonda vesical.
El procedimiento que se lleva a cabo para sondar es algo que me fascina; empezando por la colocación de los guantes estériles.


Como podemos apreciar en el vídeo, hay que tener mucho cuidado de no tocar la parte externa del guante con las manos, ya que éstas no son estériles.
En cuanto al proceso, mi enfermera hizo así; pasito a pasito como en las clases de "fundamentos":
-Lavar los genitales con gasas y un jabón específico, rosita.
-Se colocó los guantes estériles con mucho cuidado, porque sino se rompe el campo estéril. Esto es necesario dado que la sonda va a entrar en contacto con la vejiga, un órgano estéril.
-Otra persona, en este caso yo, le abre el paquete de la sonda. Usamos una típica sonda Foley de dos vías de 16 F (que hartas estamos todas de estudiarlas en "fundamentos"...) También le apliqué un poco de lubricante en su guante para que lubrique la sonda y entre con más facilidad.


-La enfermera fue introduciendo como pudo la sonda, pero al ver que salía sangre, la sonda se resstía a seguir entrando y Manolo no parecía notar nada; supuso que tenía algún problema de próstata (y así era).
-Cambio de sonda, cambio de tamaño, esta vez de 14 F y todo fue como la seda, inflamos el balón con suero fisiológico y listo! A los pocos segundos observamos en la bolsa unos 500 cm3 de orina
*Cabe destacar que el pobre Manolo, ya nervioso de que una enfermera le ande "ahí abajo", tuvo que aguantar a tres alumnitas de 2º de enfermería observando la maniobra... Pero como él mismo dijo "con alguén terán que aprender"