Busca aquí

jueves, 27 de octubre de 2016

¡Pero si estoy haciendo todo bien!

Hoy me han dejado coger una vía. Las venas del paciente eran perfectas se veían bien, se notaban bien, eran rectas.. todo demasiado idílico. Cojo el abbocath, voy a pincharle y... no entra. Sigo haciendo fuerza y la sangre no sale. Pienso que no le he cogido bien la vena, pero veo perfectamente el abbocath siguiendo el camino de la vena. El señor se queja de que le duele y se empieza a marear. La enfermera se hace cargo, y empieza a mover el abbocath hasta que la sangre refluye.

Más tarde me explicó que algunos medicamentos hacían que las paredes de las venas se endurecieran, además de que la piel de este señor era extremadamente dura.
También me tranquilizó con un " aún te quedan por romper por lo menos 30 venas hasta que se te de bien pinchar"

Pequeñas grandes complicaciones

Hoy vengo a hablar de un problemilla al que ya me he acostumbrado en mi planta, trauma.
Este tema lo comenté con la enfermera supervisora porque de verdad que no es ninguna tontería.
Hablo de los problemas de sobrepeso que sufren la mayoría de mis pacientes. Esta semana en concreto nos han dado mucha guerra.
Como hablaba con mi supervisora, el problema de los pacientes de trauma es que son gente que lleva mucho tiempo en largas listas a la espera de que les llamen para operarles; y mientras sufren esta espera, sufren normalmente bastante dolor, lo que les hace perder movilidad, adoptar una vida más sedentaria, y con ello... coger unos kilitos antes de la operación. El problema se acentúa si el paciente inicialmente ya sufría de sobrepeso; como sucede en muchos casos, al ser por norma general, gente de más de 75 años que lleva una alimentación inadecuada y como dije, una vida sedentaria.
El principal problema es la movilización. Uno, dos y hasta tres auxiliares han tenido que colaborar para girar a una paciente esta tarde, para ver el estado de una cura en la columna. Fue complicado, y sobretodo porque la paciente no mostraba ningún esfuerzo por colaborar.
"Eu non tiño culpa" decía la paciente. "Nin nós de que pese o que pesa" me decía a mí más tarde una auxiliar.
Esta no ha sido nuestro mayor problema, si no que en ocasiones, los auxiliares han tenido que recurrir a grúas. Sí, me habéis entendido bien, grúas!!! Como si de bloques de cemento se tratasen.
Otro incidente "simpático" que tuvimos fue en el intento de mover a otra paciente de la cama al sillón. Buf. La auxiliar ya vino tanteando el terreno, y le preguntó cuánto pesaba. La señora no debía tener abuela y contestó, chea de gloria, que 90 kilos. A la auxiliar le faltó decirle  "Sí, en cada pierna!!", pero creo que, desgraciadamente, lo expresó con su cara. En fin, necesitó nuevamente la ayuda de sus compañeros para cambiarla de sitio.
Como sabiamente dijo la supervisora, a estos pacientes se les debería aplicar una dieta previa al ingreso ya que el sobrepeso no sólo causas problemas de movilización durante la hospitalización, si no de deambulación, eliminación, colesterol, corazón, respiración, riesgo de úlceras, etc.

Tranquilo pero intenso

Ayer, miércoles, fue un día aparentemente tranquilo, sin demasiado  ajetreo, por así decirlo. 
Estuve por tercer día consecutivo con Luisa y espero seguir con ella. Como cada día, llegué a planta, le pedí la lista de pacientes y los termómetros y empecé a mirar las constantes a los pacientes. No sé si os acordáis de que el otro día hablé de una señora con un melanoma y deteriorio cognitivo que estaba terminal, pues bien, hoy volveré a hablar de ella. Al salir de la habitación de esta mujer y entrar en la siguiente, el hijo menor de la paciente me preguntó si le podía mirar la tensión a él, no a su madre. Me dijo que se encontraba un poco cansado y mareado y que igual la tenía baja. Le contesté que yo se la miraba sin ningún problema pero que tenía que esperar a que acabase con la ronda de pacientes, porque ellos eran lo principal en la planta. Me dijo que no había problema y que en un ratito ya se pasaba él por el control. 
A los diez minutos, cuando terminé de tomar las constantes, fui al control para limpiar los termómetros y buscar a Luisa. Hasta allí llegó una médico preguntando por el 'exitus', es decir, algún corazón había dejado de latir sin posibilidad de reanimación. Al segundo supe que era aquella pobre mujer que tantos días llevaba sufriendo. Una de mis compañeras me dijo que el hijo menor (aquel que me había pedido que le mirase la tensión) llegó al control pidiendo un médico ya que su madre llevaba 2 minutos sin respirar y él no le encontraba el pulso. Llamaron a la médico y Luisa se apresuró a ver a la señora. Ya no se podía hacer nada. Los médicos se encargaron de tranquilizar al chaval mientras no llegaba su hermano. 
Yo empecé a repartir la medicación de la merienda mientras Luisa arreglaba el papeleo. Cuando el hijo mayor vino, se despidió de su madre y demás, tuvimos que, con ayuda de auxiliares y celadoras, retirar la vía, mascarilla y la sonda vesical a la difunta. 
Es duro ver el dolor en la cara de los familiares, El sufrimiento que pasan por ese ser querido que pierden, es muy difícil, y sobretodo en casos como este, en los que la paciente no es una señora en edad avanzanda, si no una mujer a la que, seguramente, todavía le quedaban muchas cosas por vivir y con unos hijos muy jóvenes, los cuales no debían llegar a la treintena de años. 
El resto de la tarde, la verdad transcurrió con normalidad, sin ingresos ni traslados, así que nos pudimos marchar media hora antes de lo habitual.