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jueves, 20 de octubre de 2016

También curamos el corazón

Hoy he cumplido con mi cuarto día haciendo prácticas en la planta de digestivo-nefrología en el Hospital Clínico de Santiago de Compostela. En este tiempo tan escaso puedo decir con total seguridad que he aprendido más que en todo el curso anterior, porque si algo está claro es que la enfermería no nos la enseña ningún libro, si no el día a día frente al dolor, sufrimiento y angustia tanto de los pacientes como de los familiares a los que atendemos.

Esta semana he visto la muerte más cerca que nunca, he notado el sufrimiento de familiares incapaces de tomar decisiones que  les cambiarán la vida, he despedido con inmensa alegría a aquellos que por fin pueden volver a casa: “e non te queremos volver a ver aquí”, es la frase más dicha siempre por los enfermeros. Pero si hay algo que de verdad haya aprendido en estos días, es que también escuchamos, comprendemos y damos la mano a quien necesite llorar: “porque Pedro, eu non teño que curalo solo da barriga, tamén o teño que curar do corazón, así que chore todo o que queira que eu vou estar aquí para escoitalo” le decía Eva, mi enfermera asignada, a alguien que echaba de menos el apoyo de su mujer fallecida ya hace 10 años y el de unos hijos que no muestran por él el interés que se merece.

Como enfermeras, los pacientes nos enseñan que tenemos que ser fuertes, y nosotras les enseñamos lo mismo en otro aspecto. Es una relación recíproca y que nunca dejará de ser enriquecedora en nuestras vidas, porque el contacto hace el cariño, el cariño hace el amor, y el amor siempre gana.


sobreviviendo un día más

Hoy es el cuarto día consecutivo de mis prácticas de enfermería en la planta de cirugía del Hospital de Conxo. En dicha planta, aunque su nombre indique lo contrario, hay gente que ni ha sido operada ni lo será.
Tenemos, por ejemplo, una "encantadora" ancianita de la habitación con un eccema que le ha provocado heridas en los miembros inferiores. A esta dulce mujer, la cual insultó a enfermeras, médicos, celadores, auxiliares y compañeras de habitación, le he colocado mi primera vía.
Mientras luchaba contra el temor de que pasara a la violencia física si no conseguía encontrarle la vena, preparé la batea con el instrumental para colocar la vía: abbocath, alargador, compresor, gasas, alcohol, suero y jeringa y me adentré en la aventura. Resultado: la vía continúa perfectamente colocada desde el primer intento.
Después de este subidón, la tarde se relajó un poco con las ya habituales purgaciones, de paracetamoles, enantium y demás analgésicos, así como la toma de constantes, aburrida para paciente y enfermera por igual.  También la administración de medicación, con sus heparinas de bajo peso molecular, que provocan en el paciente siempre la misma reacción: ¿ CÓMO QUE UN PINCHAZO? seguido de la relajación al ver el tamaño de la aguja

Si por otra cosa se caracteriza la planta de cirugía, son los ingresos. La gente viene, se opera y se va, haciendo que el trabajo en el famosisímo Gacela sea continuo. También se deben hacer los planes de cuidados y las fichas de quirófano. Así pues, me pasé el resto de la tarde frente al ordenador, aburrido, sí, pero sentarse una hora siempre se agradece, más si después de esto te puedes ir ya a casa

sobreviviendo un día más

Hoy es el cuarto día consecutivo de mis prácticas de enfermería en la planta de cirugía del Hospital de Conxo. En dicha planta, aunque su nombre indique lo contrario, hay gente que ni ha sido operada ni lo será.
Tenemos, por ejemplo, una "encantadora" ancianita con un eccema que le ha provocado heridas en los miembros inferiores. A esta dulce mujer, la cual insultó a enfermeras, médicos, celadores, auxiliares y compañeras de habitación, le he colocado mi primera vía.
Mientras luchaba contra el temor de que pasara a la violencia física si no conseguía encontrarle la vena, preparé la batea con el instrumental para colocar la vía: abbocath, alargador, compresor, gasas, alcohol, suero y jeringa y me adentré en la aventura. Resultado: la vía continúa perfectamente colocada desde el primer intento.
Después de este subidón, la tarde se relajó un poco con las ya habituales purgaciones, de paracetamoles, enantium y demás analgésicos, así como la toma de constantes, aburrida para paciente y enfermera por igual.  También la administración de medicación, con sus heparinas de bajo peso molecular, que provocan en el paciente siempre la misma reacción: ¿ CÓMO QUE UN PINCHAZO? seguido de la relajación al ver el tamaño de la aguja

Si por otra cosa se caracteriza la planta de cirugía, son los ingresos. La gente viene, se opera y se va, haciendo que el trabajo en el famosisímo Gacela sea continuo. También se deben hacer los planes de cuidados y las fichas de quirófano. Así pues, me pasé el resto de la tarde frente al ordenador, aburrido, sí, pero sentarse una hora siempre se agradece, más si después de esto te puedes ir ya a casa

LOS COMIENZOS SIEMPRE FUERON DUROS

Empezar es complicado y más si no tienes ni idea de dónde de metes. 

Tras más de un mes esperando, el día que me comunicaron la planta hospitalaria en la que iba a pasar las próximas cinco semanas me quedé con la boca abierta. Oncología y aislados, empezando fuerte. Al llegar allí la sorpresa fue todavía mayor.
No todo es tan malo como parece, eso sin duda y, a día de hoy, después de tres días de prácticas, no puedo estar más contenta. No sólo por el ánimo, la fuerza y la esperanza con la que te reciben los pacientes, si no también por el trato recibido por parte de los profesionales, tanto enfermer@s como auxiliares. 
Nada más llegar el coordinador me asignó a un enfermero para ese día, Paco, amable y simpático desde el minuto uno. Empecé mirando las constantes: temperatura, tensión arterial, pulso... Después preparamos la medicación de la tarde y fuimos paciente a paciente repartiendo. Cosas que parecen muy simples, pero tienes que fijarte para saber hacerlas tú sola. 
A las 18:00 siempre tenemos un descanso hasta la hora de repartir la medicación previa a la cena y aquí ya hay que pinchar. No tiene ninguna complicación, son inyecciones sencillas que hasta los propios pacientes o los familiares podrían poner, pero siempre hace ilusión las primeras veces. 
Los dos días siguientes la planta funcionó con normalidad, algún alta y algún que otro ingreso, pero nada destacable. Eso sí, cada día estuve con una enfermera, el martes con Isabel y el miércoles con Erika. 
Hoy me espera un nuevo día de prácticas, el penúltimo de esta semana, a ver qué tal.