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lunes, 14 de noviembre de 2016

Día Mundial de la Diabetes

Como el 14 de Noviembre es el Día Mundial de la Diabetes, voy a contar las anécdotas que me pasaron en el hospital referidas a este tema.

Medir la glucemia es algo rápido y sencillo, un pequeño pinchacito en el dedo y listo, en 5 segundos la maquinita te dice el nivel de azúcar en sangre. Pues esto hay gente que no lo comprende. "Señor, voulle dar un pinchaciño nun dedo" y me levantan el pijama o el camisón "non señor, é nun dedo, que é para mirar o azúcar". Después está el típico que le tiene tanto pánico a las agujas que ni eso se deja pinchar. "Déixeme un dediño" "Ai non, que eso doe moito". Por no hablar del entendido en materia "eu sempre o tiven ben, o médico non me dixo nada, así que non me pinches".

Sin duda, una de las mejores fue la de un señor que no se dejaba pinchar porque la máquina no era como la que tenía el en casa y que sus lancetas (agujas) eran grises y no amarillas, que a ver por qué se las teníamos que cambiar. "Esas seguro que contan mal, seguro que me da que teño de máis" Si señor, seguro que el color de la máquina o de la aguja influye mucho en su nivel de glucosa en sangre.

Después tuve la típica señora que según ella nunca tuvo el azúcar alto y además no le gusta el dulce, eso sí, la gelatina de fresa que pide todas las tardes en lugar del yogur desnatado no se la quita nadie. Pues esta mujer nos aseguraba que éramos nosotros los que le dábamos algo para que le subiera, que seguro que era alguno de los medicamentos que le poníamos. Hay veces que es mejor ser sordo y no oir algunas barbaridades.

Y, como no, no pueden faltar los piropos a la hora de poner la insulina "Teño o azúcar alto porque eres tan dulce que me sube solo de mirarte", "É culpa túa guapiña, que me subes ata o azúcar", "E que con bombóns coma ti normal que teña 400 de glucemia". Con tanta 'pastelada' al final soy yo la que se va a casa hiperglucémica perdida.




El equipo más importante

La relación entre el personal sanitario es una de las cosas más gratificantes que me he encontrado en el hospital. Muy lejos de todo estereotipo, en la planta de digestivo (y hablo por esta porque no se si en el resto del hospital se da el mismo caso) todo el personal colabora y se lleva bien entre sí. Cada uno hace su trabajo sin despreciar el del otro y esto hace que la planta sea un lugar agradable y cómodo para trabajar.

Las enfermeras con las que trabajamos, en la inmensa mayoría de los casos, son un auténtico amor, sonríen y se llevan bien con toda la planta. Con auxiliares y celadores hay una relación muy cercana, y se trata a todo el mundo por igual. Con los médicos, aunque aquí ya hay mayores excepciones, la relación también es muy buena, llegan enseguida en cuanto se les llama, son amables con el paciente y amables con las enfermeras y resto del personal. He visto a pocos que se considerasen "superiores" y repartiesen su ego en su desfile por la planta, pero ojo, que también los hay (y son los que mejor se distinguen).

Me da la impresión de que todo el mundo está satisfecho con su trabajo, le gusta e intenta hacer de eso una ventaja para el resto del equipo sanitario. En pocos lugares he notado una conexión tan especial como la de este equipo, y es que el moverse por las personas es una meta que tiene que conllevar no solamente la ayuda al paciente, si no la ayuda entre todo el personal que trabaja para su mejora. 

Cachivaches

Parecidos razonables con Eduardo Manostijeras

Bueno, como ya he dicho mil y una veces, estoy en la planta de trauma y os aseguro que en ocasiones los pacientes que suben de quirófano parece que los ha atendido un mecánico en vez de un cirujano.
Os lo explico.
En trauma, en muchos tipos de lesiones óseas se colocan fijadores externos. Los fijadores externos son unos armatrostes que se colocan en quirófano y a simple vista, impactan mucho- ¿¡Pero qué le han puesto en la pierna a José Joaquín!? -Fue mi primera reacción al ver por primera vez de cerca un fijador de tibia. Estos mecanismos son un conjunto de alambres, clavos y barras de metal situado por encima de la piel, y que está unido al hueso; provocando su estabilización.

Este tratamiento terapéutico se aplica en quirófano, la mayoría de las veces con anestesia general; aunque en ocasiones utilizan anestesia local, no es lo ideal.
Lo malo es que se suman las complicaciones y riesgos de cualquier 
operación; juntos con los del empleo de la anestesia general y con el extra del dolor e incomodidad que un fijador implica. Los pacientes, en el postoperatorio deben guardar especial cuidado con las posturas y los movimientos que realizan. Para colmo, siempre se pide una placa al día siguiente para comprobar su correcta colocación (rx de control)
Tengo que decir que lo que más me llamó la atención de casi todas las prácticas fue un hombre con halo. 

Un halo, o halo-jacket es la conjunción entre un fijador externo craneal y un chaleco que ayuda a su fijación. 
Por lo que vi, esto causa grandes incomidades más que dolor. El paciente nunca llega a apoyar la cabeza, ya que los clavos se lo impide, por lo que les es muy difícil descansar, y ya no digamos conciliar el sueño. 
No permite girarse, por lo que están las 24 h mirando hacia arriba. El paciente que atendí que tenía halo me comentó que limpiaban muy bien las juntas del techo de las habitaciones, el pobrecillo no tenía para donde mirar.
El postoperatorio inmediato exige un gran autocontrol y una paciencia infinita para soportar las posiciones iniciales, luego más adelante ya adquieren más independencia, al poder deambular por sí solos y demás.
Hoy será un nuevo día en el hospital, con cuantos transformers me encontraré hoy?