Ayer, miércoles, fue un día aparentemente tranquilo, sin demasiado ajetreo, por así decirlo.
Estuve por tercer día consecutivo con Luisa y espero seguir con ella. Como cada día, llegué a planta, le pedí la lista de pacientes y los termómetros y empecé a mirar las constantes a los pacientes. No sé si os acordáis de que el otro día hablé de una señora con un melanoma y deteriorio cognitivo que estaba terminal, pues bien, hoy volveré a hablar de ella. Al salir de la habitación de esta mujer y entrar en la siguiente, el hijo menor de la paciente me preguntó si le podía mirar la tensión a él, no a su madre. Me dijo que se encontraba un poco cansado y mareado y que igual la tenía baja. Le contesté que yo se la miraba sin ningún problema pero que tenía que esperar a que acabase con la ronda de pacientes, porque ellos eran lo principal en la planta. Me dijo que no había problema y que en un ratito ya se pasaba él por el control.
A los diez minutos, cuando terminé de tomar las constantes, fui al control para limpiar los termómetros y buscar a Luisa. Hasta allí llegó una médico preguntando por el 'exitus', es decir, algún corazón había dejado de latir sin posibilidad de reanimación. Al segundo supe que era aquella pobre mujer que tantos días llevaba sufriendo. Una de mis compañeras me dijo que el hijo menor (aquel que me había pedido que le mirase la tensión) llegó al control pidiendo un médico ya que su madre llevaba 2 minutos sin respirar y él no le encontraba el pulso. Llamaron a la médico y Luisa se apresuró a ver a la señora. Ya no se podía hacer nada. Los médicos se encargaron de tranquilizar al chaval mientras no llegaba su hermano.
Yo empecé a repartir la medicación de la merienda mientras Luisa arreglaba el papeleo. Cuando el hijo mayor vino, se despidió de su madre y demás, tuvimos que, con ayuda de auxiliares y celadoras, retirar la vía, mascarilla y la sonda vesical a la difunta.
Es duro ver el dolor en la cara de los familiares, El sufrimiento que pasan por ese ser querido que pierden, es muy difícil, y sobretodo en casos como este, en los que la paciente no es una señora en edad avanzanda, si no una mujer a la que, seguramente, todavía le quedaban muchas cosas por vivir y con unos hijos muy jóvenes, los cuales no debían llegar a la treintena de años.
El resto de la tarde, la verdad transcurrió con normalidad, sin ingresos ni traslados, así que nos pudimos marchar media hora antes de lo habitual.
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