No todo iba a ser bonito, eso lo sabía desde el minuto uno, pero tampoco pensé que me fuera a impactar tanto la pérdida de algunos pacientes.
Llegamos el viernes con la noticia de que el señor X, con una familia encantadora, siempre con una sonrisa, siempre con su "as nenas teñen que aprender", había fallecido. Llevaba varios días bastante malo, luchando por quedarse, pero por desgracia no pudo ser así. A las 12:30 su corazón dijo que no podía más, ya estaba sedado para evitar el sufrimiento previo. Nosotras no estábamos allí y, sinceramente, menos mal. A mi ya me había llegado ver a su pobre esposa, con cara de preocupación durante tantas semanas. Trayendo paquetes de café y galletas al control de enfermería para agradecer el trato prestado. Ver al hijo, sentado día tras día al lado de su padre, sin moverse ni un milímetro, siempre pendiente de si necesitaba algo, de si tenía frío, calor, ganas de ir al baño...
Yo le tenía tanto cariño a este señor porque el segundo día de prácticas me dieron un vasito con 2 ampollas de Salbutamol y una de suero fisiológico y me mandaron a la habitación de este hombre para ponerle la nebulización. Y allá fui yo, sin tener todavía muy claro lo que era 'nebulizar'. El señor ya me vio con cara de no tener ni idea y se empezó a partir de la risa. "A min mandáronme con esto, pero non lle teño moi claro o que hai que facer", sin pedírselo siquiera, la mujer se levantó de la silla y vino a junto mía, "a ver, ti que crees que se fai", se lo expliqué y ella me dijo que sí, que lo iba a hacer bien, que no me preocupase. "E si te que equivocas tamén aprendes para a próxima" decía el señor. Así da gusto trabajar y es por estas cosas por las que no me arrepiento de estudiar enfermería.
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