Cuando te gusta tu trabajo, se nota
Hay gente a la que le gusta ir a trabajar. En serio, existe.
En el caso de la enfermería, cuando una persona tiene vocación, y le gusta cuidar de los demás, se nota. Por eso, hoy quiero hablar de Carmen, mi enfermera favorita.
Normalmente, cirugía es una planta caótica: hay algunos pacientes que ingresan y se van en apenas dos días, y otros que llevan desde agosto. También los hay que no van a ser operados, pero en las plantas donde deberían estar no hay sitio.
Esta cantidad de estrés (ingresos, quirófanos, altas, pacientes aislados, pacientes con dolor) hace que las enfermeras hagan todo con prisa y se limiten a tomar constantes, poner/sacar medicación, poner/sacar vías/sondas y demás mientras tú correteas a su lado.
Sin embargo, con Carmen es distinto. Por supuesto, el estrés se apodera de ella también, pero una cosa marca la diferencia: su preocupación por el bienestar de los pacientes y sus familiares.
Hoy, por ejemplo, le ha explicado tooooooda la medicación de un señor con parkinson y un tumor vesical a su acompañante. No tenía por qué, pero sabía que ella era su principal cuidadora y que no se quedaría tranquila sin saber si le estaban dando la medicación correcta a su marido.
En cada paciente que pasaba, además de él "aquí están tus pastillas" y " te voy a poner un suero", se paraba a preguntarles como se sentían, si la medicación le estaba sentando bien, si necesitaban algo más etc etc.
Para una persona que está en un ambiente desconocido, que está enfermo y ve como todos los demás gobiernan su vida menos él, a veces un simple gesto como ese puede hacerles más felices. Algo casi tan importante como curarlos.
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