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miércoles, 2 de noviembre de 2016

Satisfaciendo a nuestros bolsillos

Nunca he conocido algo tan útil como los bolsillos del pijama de enfermería. Tenemos tres en la casaca y uno trasero en el pantalón, y ya no hay sitio ni para un tapón de vía más. El primer día que llegué a planta mi pijama estaba completamente vacío, y a final de la semana cuando tocaba su primer lavado, vacié: 10 tapones, 5 agujas de insulina, un esparadrapo, 3 botes de suero fisiológico, 2 jeringas, tijeras, varios bolis de colores, rotulador negro permanente, libretita, cleanex y acreditación. 

Los bolsillos del pijama están hechos para que los llenes, con lo que quieras, pero para que los llenes. Y es que en cada pasillo hay unos carros de curas con tantas posibilidades... Somos consideradas y aún no hemos cogido los tubos de colores de analíticas (y son tentadores), los compresores rositas (monísimos), las cánulas de distintos tamaños (que para juguetear en casa no vienen mal) o las palomitas con campana (que molan un montón). Por el momento, y para satisfacer a nuestros bolsillos, cogemos cosas útiles que nos servirán en el momento menos esperado para no dejar a una pobre vía sin un tapón, o a un boli de insulina sin su aguja... Pero hay una mentira oculta tras todo esto, y es que siempre que se necesita algo de lo que llevamos en los bolsillos, lo tenemos a mano en otro lugar, y no os vayáis a pensar que los vaciamos, cogemos más material "por si acaso".

¿Nadie va a hacer nunca nada contra los robos en la planta del hospital?

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