El viernes prepararon una de las habitaciones para la llegada de una paciente con aislamiento protector. La mujer de unos 60 años, aproximadamente, ingresaba por neutropenia febril; es decir, su nivel de glóbulos blancos en sangre era menor del habitual y además presentaba febrícula. Esta cantidad baja de neutrófilos aumenta el riesgo de infección, de ahí que se mantenga aislada. Ella no nos va a contagiar nada a nosotros o al resto de pacientes pero nosotros sí que le podemos contagiar algo a ella y esto no sería nada bueno ya que la mujer está luchando contra un cáncer de mama.
Para entrar en su habitación, la cual ya dispone de doble puerta, debemos ponernos:
1. Mascarilla
2. Bata estéril
3. Guantes
El orden de colocación debe ser el referido, sobre todo en el caso de los guantes, ya que deben ser lo último que se pone y lo primero que se quita tras el contacto con el paciente. Esto me lo enseñó y me lo recalcó Diego, el enfermero que me tocó ese día. Un chico con el que seguramente no estaré más veces ya que es un "correturnos".
Esta mujer está aislada para su propia protección pero creo que el miércoles, cuando vuelva al hospital, la aislada voy a ser yo.
El viernes al salir del hospital me vine a mi pueblo para pasar el puente. 25ºC en Santiago vs 10ºC en Ribadeo = enfermerdad segura. Y así es, aquí me encuentro con mis 38,5ºC de temperatura corporal, mi faringitis, mi antibiótico y la sopita de mamá. Ya estaba tardando mucho en ponerme enferma...
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