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viernes, 18 de noviembre de 2016

Lo bueno siempre se acaba

Hoy fue mi último día de prácticas y también el más emotivo.

Al igual que el resto de la semana la tarde fue muy tranquila, poca medicación, sin ingresos y con los pacientes bastante estables, dentro de lo que cabe. Hoy ni siquiera pitaban las bombas de infusión. En medio de esta calma, poco habitual durante el resto de las prácticas, tuvimos tiempo para charlar con los enfermeros. Bueno, más bien para charlar con Paco, porque los otros dos poco caso nos hicieron.

Él, con su sarcasmo diario al que ya estábamos acostumbradas, nos agradeció los bombones y también una tarjetita que les dimos, la cual él mismo colgó en el corcho. En el fondo seguro que nos va a echar de menos. En tono de humor, que es lo que lo caracteriza, nos dijo que solo se iba a acordar de nosotras la primera semana porque iba a tener que  hacer él todo y lo de levantarse tantas veces de la silla no lo lleva demasiado bien.

Antes de la merienda se pasó por la merienda el supervisor, Carlos, para hablar con nosotras y darnos las enhorabuena por las prácticas ya que todos les habían dicho cosas buenas de nosotras. Después de esto añadió. "En cuanto a la nota, tenéis que repartir un 27 entre las tres, a ver si os llega". Obviamente nos llega y nos sobra. Ya nos habían comentado que íbamos a tener buena nota, pero para nada contábamos con un sobresaliente por lo que nos vamos para casa más contentas que unas castañuelas y esperando con ganas a que llegue abril para empezar otra vez, eso sí, en un sitio diferente.

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