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viernes, 18 de noviembre de 2016

Último día de locos

El último día en la planta de digestivo ha sido de locos. Normalmente es una planta muy tranquila y el trabajo no se suele acumular salvo días excepcionales. Pero es que ayer no es que fuese un día excepcional, si no que había enfermeras que no supieron manejarlo. 
El personal habitual de la planta había organizado una cena para ese día, así que todas las que tenían turno de tarde pidieron el día libre y en su lugar llegaron tres sustitutas que parecía que no tenían idea de cómo funcionaba una planta hospitalaria. Menudo desastre.
Las chavalas acabaron de repartir la medicación de las 4 y se sentaron "mientras mi alumna trabaja" (me encanta la gente que piensa que en vez de enseñarnos, nos tiene que mandar hacer), recalquemos que yo fui "mi alumna" toda la tarde, mi nombre era inexistente. Y una vez acabamos, se acordaron de los ingresos, anda, los ingresos! En mis habitaciones había nada más y nada menos que tres, y a la buena de la señorita no se le ocurre mejor cosa que reclamarlos los tres a la vez! ¿Alguien ha visto tal cosa? Total, que llegaron los tres ingresos al mismo tiempo, y la buena de la chica se vio apurada.
¿Adivináis quien tuvo que ir a ver a los tres, preguntarles sobre alergias/comidas/prótesis/autonomía, quién tuvo que anotar sus constantes, sus sueros, sus vías, y quién tuvo que hacer las escalas no...? ¿Lo adivináis? Correcto, "yo voy a descansar mientras mi alumna trabaja". Mire, "su alumna", señora enfermera, tiene un descanso a las 6 para ir a merendar, cosa que lleva usted haciendo toda la tarde.
Evidentemente no me preocupé ni lo más mínimo por que los ingresos estuviesen bien registrados, con todas las escalas bien hechas etc, por el contrario, me preocupé por hacer que posteriormente ella lo tuviese que revisar y corregirlo. Mi compañero de prácticas me ayudó para que el trabajo se hiciese más rápido y ameno, y a las 19:30 nos tomamos nuestro descanso (hasta las 19:45..).
Cuando volvimos a planta mi enfermera asignada me estaba esperando para empezar a repartir la medicación y que yo fuese a hacer todas la glucemias y a pinchar todos los clexanes que había para esa noche. 
A las nueve menos cuarto nos fuimos, y no esperamos ni a pedirles permiso. Las despedidas sin avisar son siempre las que mejor se digieren.

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