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miércoles, 9 de noviembre de 2016

¿Qué hacemos tía?

Correr!!!!


A todo correr

Tengo la suerte de que una de mis compañeras de piso estudia lo mismo que yo, estamos en la misma clase, y nos ha tocado el mismo horario de prácticas en el hospital, por lo que vamos juntas a todo.
Tenemos seminarios de informática, vamos a clases extracurriculares de inglés martes y jueves de 12:00 a 13:00 y además, tenemos que estudiar el resto de asignaturas de la carrera. Salimos de casa a las 14:15, subimos una larga cuesta, y al cruzar a la izquierda, un poquito más allá está la parada de bus en la que para el c1 sobre las 14:30, autobús que nos lleva hasta el clínico. 
Qué bonito fue esta tarde, acabando de subir la cuesta de Romero Donallo, con el frío que hacía, pero aún así ambas con la lengua fuera, y ver que el autobús ya estaba llegando a la parada, el semáforo en rojo y nuestras compañeras de prácticas dentro del autobús. De ahí el título de esta entrada, qué hicimos? Pues correr y librarnos del inminente atropello por un Seat Ibiza rojo.
Así suelen ser nuestros días, madrugar, estudiar, desayunar a todo correr para ver quién se ducha antes (a parte de las 2 enfermeras, tenemos 2 compañeras más de piso), vestirnos en medio minuto, ir corriendo a inglés, salir corriendo de inglés para llegar a casa lo antes posible, comer cualquier cosa rápido, lavarnos los dientes, coger unos calcetines, algo de beber y una barrita o unas galletas, y salir corriendo. Seguimos la travesía.
Solemos llegar al hospital sobre las 14:45, bajamos a la -2, donde están los vestuarios y la cafetería del hospital. Tengo que decir que nunca he comido ahí, no sé qué sirven, pero siempre huele igual, igual de mal, me refiero. Entramos en el ascensor tapándonos la nariz y salimos corriendo hacia el vestuario con las caras metidas en las bufandas. Abrimos nuestras minúsculas taquillas donde están nuestros divinos pijamas y nuestros aún-más-divinos zuecos y nos cambiamos. En estos diminutos cubículos se supone que tienen que entrar perfectamente calzado, ropa, bufanda, abrigo/cazadora de invierno y quien quiera, bolso/mochila. Digo quien quiera porque casi todo el mundo sube sus pertenencias valiosas al control de enfermería y lo guarda con las demás cosas de las enfermeras. Subimos a nuestras correspondientes plantas alrededor de las 15:00, listas para empezar.
Normalmente tenemos el descansito para merendar sobre las 18:30-19:00; depende del día, en el que subimos a la cafetería y disfrutamos como si de un lujo se tratase, de un zumito y una barrita de cereales de marca blanca.
Al salir, habitualmente sobre las 21:30, nos cambiamos (rápido, por supuesto) para coger lo antes posible el bus de vuelta a casa. Aquí se ralentiza el ritmo acelerado que llevamos sufriendo todo el día. Acabamos el día muer-t@s. Y normal, no paramos un segundo. Al llegar a casa sólo hay ganas de pijama calentito, cenar algo rico, un poco de charla en la cocina y meterse en camita.
Eso sí, aquí estoy, escribiendo, a todo correr, la entrada diaria, antes de que me den las 12.

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