Terminamos el turno del lunes sabiendo que habría un ingreso esa misma noche con un síndrome de abstinencia. El nuevo paciente es alcohólico y se encuentra agitado debido a que no puede ingerir alcohol ni otras sustancias, es decir, el clásico 'mono'.
Hoy al llegar, uno de los pacientes más animados ya nos advirtió: "¿acabáis de llegar? Pues anda que no os queda nada." Con esos ánimos da gusto empezar. El primer contacto fue la toma de constantes, bueno, el intento, porque nada más acercarnos con el termómetro empezó a querer tirarse de la cama: "¿Pero ti que queres faserme con iso? Eu non che son ningún can" A nosotras nos costaba aguantarnos la risa.
Después de repartir la medicación de la merienda y de que auxiliares y celadoras lo atasen, la mujer de uno de sus acompañantes vino apresurada al control a decirnos que se estaba arrancando las maniotas y la vía con los dientes, a mordiscos. El resultado: toda la cama llena de sangre "Nun sei para que carallo quería eu eso ahí" protestó. La enfermera, que ya está acostumbrada a tratar con este tipo de pacientes le dijo que le iba a meter "un pouquiño de viño para merendar" y que en el hospital se metía por ahí, que así se ahorraban los pacientes el esfuerzo de levantar el brazo "ah bueno, si é para iso podes poñerme tres ou catro máis", el hombre tonto, lo que se dice tonto, pues no es.
Al llegar de la merienda ya vimos mucho revuelo en la habitación. ¿Qué había pasado? Pues que el vecino se había intentado quitar la sonda (porque tampoco está demasiado consciente) y aquello era un riachuelo de pis. ¡Menudo olor! El de antes, al ver tanto ajetreo se puso nervioso y claro, no se le ocurrió mejor cosa que volver a mordisquear la vía. Ala, a canalizar otra vez. Ahora enfermeras y auxiliares le dijeron que le iban a traer unas 'cerveciñas' a ver si así se calamaba "Oíches nena, tes que chamar ao meu pincho, para que me traiga o meu, dille que xa llo pagarei" "Xa llo chamei, di que se pasa el despois por aquí, que non te preocupes". A todo esto yo ya no podía aguantar la risa. Además el señor de al lado nos decía que quería "coller un avión para ir a Barbanza" que llamásemos al piloto cuanto antes. Todo un espectáculo.
Cuando me fui para casa el del síndrome de abstinencia quedaba gritando "¿que pensades que son un 'pinchador nato'? deixade xa de clavarme agullas" y el compañero totalmente desnudo encima de la cama porque según el "¡Cómo se nota que xa chegamos a Sevilla, fai unha calor que non se para".
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