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lunes, 31 de octubre de 2016

Cuando estás al otro lado

Estos días me he sacado el pijama de prácticas pero, desafortunadamente, no he dejado atrás los hospitales. Esta vez de acompañante, de familiar, de la persona impotente que espera y espera y espera, y no obtiene nada. Viendo al personal de enfermería desde otra perspectiva, desde fuera, te das cuenta de lo importantes y ajenos que somos a la vez. Una de las cosas a las que más importancia le he dado es a la empatía, creo que una buena enfermera debe ser una persona empática, saber el sufrimiento que se esconde en una habitación y compartirlo, ya que mejorarlo no está en sus manos. Creo que muchas veces no somos conscientes de las historias que puede haber detrás de las familias, nos quejamos de lo pesados que son los acompañantes y del inconformismo del paciente, pero no pensamos en que ese no es su lugar, pero sí el nuestro. Un lugar al que nuestro trabajo correspondería también hacerlo de todos, un lugar donde al menos los pacientes y sus familias, ya que no contentos, puedan sentirse cómodos.

Es cierto que en muchas ocasiones es así, pero bajo la experiencia que me llevo de estos días en un hospital ajeno, puedo decir claramente que se debería trabajar mucho más en lo humano de la profesión. No consiste solamente en poner un suero al anciano al que su hija no consigue dar de comer, si no en acompañarla, decirle como puede hacerlo y darle otras posibilidades a su desesperanza. 

Bastarían 5 minutos, tan solo 5, para reducir un mínimo la impotencia que se siente al otro lado.

Sondaje nasogástrico

El otro día ayudamos a colocar nuestra primera sonda en una de las señoras más petardas de toda la planta. 

Resulta que la mujer no quiere comer y eso salta a la vista ya que está tísica la pobre, no hay por donde agarrarla, y qué decir del momento en el que le hay que pinchar la heparina, todo un logro encontrar algo de grasa en esa barriga. Bueno, pues dado a que ella no prueba bocado el médico decidió colocarle la sonda. En el momento en el que se lo comunicaron su cara cambió por completo, se puso mucho más seria de lo habitual, que ya es decir.

La señora está muy mayor pero de tonta no tiene un pelo, entonces ¿qué hizo? pues cenar todo lo que le trajeron para evitar el sondaje. A las enfermeras y auxiliares ya les daba la risa y decidieron que de la sonda no la libraba nadie. Cuando acabó la cena fuimos las tres de prácticas, una enfermera y una celadora para sujetarla. Todas pensábamos que aquello iba a ser un espectáculo, ya que la mujer se queja por absolumente todo, pero al final no fue tan mal. 

Comenzamos la colocación, nosotras nos limitábamos a pasarle el instrumental a la enfermera y, una vez colocada, nos aseguramos de que la sonda estuviese en el estómago.

La mujer, increíblemente se portó muy muy bien. Pero todo iban a ser rosas. A los 10 minutos de que se la colocásemos ya empezó a quejarse, que si le hacía daño en la nariz, que si le iba a hacer herida, que no notaba que le pasase la nutrición y así hasta el cambio de turno, pero suponemos que las quejas no acabarían ahí y que también estaría dándoles la lata a las enfermeras del turno de noche. 

The purge

Deja que te bese

Deja que lo intente

Ya que estamos en Halloween os voy a hablar de la purga.


Que no, no es broma; os voy a hablar de la purga. Pero de sueros y etcétera; no de la película


Cada día a las 15:00 llegamos y procedemos a la purga. Gracias a Dios que la radio siempre está encendida y ameniza un montón el proceso. Gracias al viejo radiocaset de la sala me sé de memoria el nuevo single de Alejandro Sanz y Marc Anthony "Deja que te bese" como el PadreNuestro (adjunto link del videoclip oficial: https://www.youtube.com/watch?v=jucBuAzuZ0E)
Empezamos: por lo menos 30 pitufos de 100 mL, todos con una pegatina naranja en la que más tarde se indica la habitación y la cama y la medicación/calmante que lleva cargada (N: nolotil, E:enantyum, 1/2CLm: medio mórfico). Es un proceso automático: abro el paquete del suero, tiro el paquete, le pego la pegatina naranja,cojo un sistema, abro el sistema, tiro el paquete, le quito la tapa, conecto el sistema al suero, aprieto el pitufo, dejo que el suero corra y si no hay ninguna burbuja ni aire, cierro el sistema, lo enrrosco por detrás del suero y lo coloco. Así unas 15 veces, ya que lo hacemos entre 3 personas.
Hacemos lo mismo con los de 250mL, solo que éstos llevan pegatina grande y se purgan muchos menos.
Luego hacemos otros muchos de pitufos con adaptador, son azulitos y tienen una textura muy chuli, como gelatinosa. Estos se purgan igual sólo que tienen un orificio (adaptador) en el que se conecta directamente la medicación en polvo, sin diluir y sin necesidad de inyectarla con jeringuilla. Además no necesitan pegatina indicando la medicación que llevan cargada, porque llevan el mismo bote conectado ya.
Lo mejor es purgar los paracetamoles, les tengo mucho cariño y respeto. Nosotras hacemos así: colgamos 2 o 3 sueros de 250mL (en bote de cristal) de un árbol, abrimos 3 cajas de paracetamoles, que son unos botes de cristal de 100 mL
Abrimos los 30 botes, tiramos las tapas, abrimos los sistemas, los enchufamos a los sueros colgados del árbol, abrimos el depósito porque al ser de cristal el suero, suele hacer vacío, purgamos el sistema con ese suero, cerramos el sistema y lo conectamos a un paracetamol, se enrrosca el sistema por detrás del bote, y así 29 veces más.
El paracetamol es el calmante más utilizado en nuestra planta, pero son bastante caprichosos, al ser de vidrio, muchas veces hay que lavar la vía con suero antes o darle unos tirones al sistema para que funcione.


Pd: A estas alturas de la purga ya ha sonado unas tres veces Alejandro Sanz con Marc Anthony

domingo, 30 de octubre de 2016

Aislamiento

El viernes prepararon una de las habitaciones para la llegada de una paciente con aislamiento protector. La mujer de unos 60 años, aproximadamente, ingresaba por neutropenia febril; es decir, su nivel de glóbulos blancos en sangre era menor del habitual y además presentaba febrícula. Esta cantidad baja de neutrófilos aumenta el riesgo de infección, de ahí que se mantenga aislada. Ella no nos va a contagiar nada a nosotros o al resto de pacientes pero nosotros sí que le podemos contagiar algo a ella y esto no sería nada bueno ya que la mujer está luchando contra un cáncer de mama. 

Para entrar en su habitación, la cual ya dispone de doble puerta, debemos ponernos:
1. Mascarilla
2. Bata estéril
3. Guantes
El orden de colocación debe ser el referido, sobre todo en el caso de los guantes, ya que deben ser lo último que se pone y lo primero que se quita tras el contacto con el paciente. Esto me lo enseñó y me lo recalcó Diego, el enfermero que me tocó ese día. Un chico con el que seguramente no estaré más veces ya que es un "correturnos". 

Esta mujer está aislada para su propia protección pero creo que el miércoles, cuando vuelva al hospital, la aislada voy a ser yo. 
El viernes al salir del hospital me vine a mi pueblo para pasar el puente. 25ºC en Santiago vs 10ºC en Ribadeo = enfermerdad segura. Y así es, aquí me encuentro con mis 38,5ºC de temperatura corporal, mi faringitis, mi antibiótico y la sopita de mamá. Ya estaba tardando mucho en ponerme enferma...

Con mono de prácticas

A pesar de todo

A pesar de todos los sueros y paracetamoles purgados, de todos los pacientes quejicas, de todas las carreritas por el pasillo, de todos los cambios de guantes he de decir que mañana me gustaría volver, aunque no es así porque hacemos puente.
Se aprende muchísimo, tanto como a nivel de trabajo práctico, como sobre el trato con el paciente. De estas primeras prácticas sé que me llevaré muchas cosas nuevas, muchos descubrimientos y conocimientos, muchos consejos, pero también a mucha gente, tanto enfermeras como pacientes.
Una entra en modo automático a planta sobre las 15:00: Hoooooooooola a todas las enfermeras;de mañana y de tarde, ya que están en el cambio de turno, dejamos los bolsos en el "office" y vamos a la sala donde está la medicación. Si no hay nada preparado, se purgan bastantes pitufos de 100mL y otros tantos con adaptador, 3 cajas de 10 paracetamoles y unos pocos pitufos de 250mL; todo esto queda para el turno de noche. A continuación solemos tomar controles: temperatura a todos los pacientes y tensión, por lo general sólo a los de reuma o algunos pocos que indican previamente. Luego administramos la medicación de las 16:00, se prepara la de las 18:00, se reparte; se prepara la de la cena y se reparte. Este es el esquema normal de la tarde, si contar con ingresos, llegadas de quirófano, complicaciones ni papeleo.
Pero se echa en falta.

no todo es aprender

Cosas que no sabía de mi  misma

Si algo me asustaba de estas prácticas, era el trato con el paciente. Si algo me caracteriza, es mi falta de paciencia, por lo que me daba miedo ser demasiado directa o perder la poca paciencia que tengo con los pacientes.
Por supuesto, me he mordido mil veces la lengua y he puesto la mejor que me ha salido a algunos pacientes o acompañantes que no entienden por qué no puede ingerir alimentos tras una operación y tratan de sobornarte para que les traigas un bocata.
Pero lo que más pavor me producía eran los señores mayores. Los ancianos en es hospital se desorientan, se comportan de forma extraña y se comportan como niños pequeños. Niños a los que no puedes regañar o castigar porque rondan los 80. Muchos se vuelven caprichosos y en cuanto aparecen los acompañantes están enfermísimos, aún cuando hace cinco minutos que estaban perfectamente.
Sin embargo, y para mi sorpresa, me encantan los " abuelitos" de esta plantan. Te tratan con un cariño como si fueses su nieta y te agradecen todo lo que haces por ellos, aunque solo sea un simple " voulle mirar a tensión"
Mi sorpresa fue todavía mayor cuando llegué el viernes y una de mis abuelas preferidas me dijo " fai moito que non ves" cuando el día anterior ya me había visto y noté como me entraban las ganas de llorar de lo que me emocioné. ¿ Acabaré aficionándome a estar con señores mayores?

como la medicina sí funciona

El primer día que llegué de prácticas al hospital, me quedé muy sorprendida al ver el estado de un paciente de Neumología. Respiraba con mascarilla, estaba casi inconsciente, con una sonda vesical y otra nasogástrica. Cuando al día siguiente escuché " ha muerto un paciente de la habitación x+14" lo primero que pensé había sido este paciente, pero no, había sido su compañero. Ese día también me fijé en que tenía una muñeca atada. Pregunté por qué, ya que ni cuando le pinchaban heparinas o le cogían vías el señor reaccionaba. La respuesta fue que antes de empeorar tanto, había estado muy agitado, ya que había sufrido una meningitis que le había dejado secuelas a niveles físicos y Psíquicos.
A día de hoy, el paciente todavía necesita oxígeno, pero ya no está sondado, comienza a comer sólidos y a responder cuando le hacen preguntas, En dos semanas, ha pasado de ser un paciente al que nadie esperaba ver al día siguiente, a un paciente estable, aún con insuficiencia respiratoria.
Es un claro ejemplo de como la medicina y los cuidados enfermeros pueden cambiar la vida de las personas. Poder vivirlo y formar parte de ello me hace que cada vez esté más contenta con mi decisión de estudiar enfermería.

sábado, 29 de octubre de 2016

El destino

El destino de cada uno puede ser muy puñetero

¿Os acordáis que en mi última entrada hablaba sobre la posible historia de amor entre un paciente y la hija de otro? Pues bien, siento deciros que no podré hablar más sobre dicho romance. 

El viernes al llegar a planta vi como el paciente con fiebre sin foco recogía sus cosas para marcharse a casa, el médico le había dado el alta. Ahí ya supe que la historia de amor que tanto nos había ilusionado el día anterior tenía los minutos contados, al menos dentro de esas cuatro paredes.

Poco tiempo después vimos como la madre de la otra chica lloraba desconsolada por el pasillo; el médico le acababa de comunicar que se llevaban a su marido a paliativos, ya no se podía hacer nada por él, ya no más quimios, ya no más radioterapia. Lo único que quedaba era esperar y hacerle más llevadero el final. Minutos más tarde la hija llegó apresurada, con cara seria y buscando a su madre, que estaba siendo consolada por enfermeras y auxiliares. Madre e hija se fundieron en un abrazo intenso y lloraron juntas. Al separarse de su madre la chica buscó el consuelo del chaval con el que tanto había charlado eses días, el chaval que ahora hacía la maleta, dispuesto a marcharse a casa. Una vez lo encontró volvió a llorar, él la abrazó. Abrazó a una desconocida, que sin duda, se había convertido en alguien muy importante en esa estancia hospitalaria, alguien con quien seguir manteniendo contacto o, por lo menos, alguien de quien es difícil olvidarse. 

El destino, algunas veces, nos ofrece una de cal y otra de arena y en un hospital esto se ve a diario. Mientras el chico estaba feliz porque por fin podía recuperar su vida, la chica lloraba la ya anunciada muerte de su pobre padre que tantos años llevaba luchando contra el cáncer. 

PIC o más bien PIP, PIP, PIP

La máquina del pitido infernal

Pip, pip, pip

Ahora que llega el fin de semana he de confesar una de las cosas que me ponen de los nervios: las bombas de infusión. Estas bombas están conectadas a un PIC (catéter central periférico)
Éstas son unas máquinas muy modellllnas que sirven para la administración de sueroterapia y que siguen el mecanismo de un dial a flow, pero con exactitud matemática. Lo bueno de estos dispositivos es que conectas el suero, y metes dos datos: volumen y tiempo. Es decir, introduces el volumen que tiene el suero (500 o 1000mL) o el del suero junto con las unidades que le hayas incorporado, por ejemplo 500 mL de suero glucosado + 30mL (mEq) de ClK (530 mL) y le pones el tiempo en el que quieres que se le administre esta infusión, por ejemplo 12h. Esta maravillosa máquina te librará de cálculos y comidas de cabeza y te calcula en una décima de segundo la velocidad a la que le infundirá el suero. Hasta aquí todo bien. 

Te dispones a salir de la habitación con tu bombita programada pero antes de poner un pie fuera te aseguro que pitará. Y pita muchas veces. La oyes desde el control de enfermería aunque esté en la habitación más lejana. Aunque intentes fingir que no la oyes para ver si para sol, no te engañes, la bomba seguirá: pip, pip, pip. "oclusión distal" u "oclusión proximal" son los mensajes más habituales que te mostrará esta bonita maquinita. Solución? 

Que la suerte esté siempre de vuestra parte

viernes, 28 de octubre de 2016

Viernes y... a casa!

El cariño más necesitado

Escribo desde el tren camino a casa. Estudio enfermería en Santiago pero vivo en Vigo, así que cuando puedo me escapo aunque sea solo para ver a mi familia o disfrutar de una comida en casa o una coca cola con las amigas. Esta vez tengo la suerte de irme de viernes a martes, ya que hacemos puente.
Desgraciadamente, tengo a alguien en casa con graves problemas de salud, por lo que ya me sé muchas historias de hospital.
He de decir que desde el día que empecé las prácticas congenié con una adorable señora que lleva ingresada desde julio, la pobre. Esta paciente, a pesar de lo que ha sufrido y aguantado tanto tiempo hospitalizada, siempre me recibe con una sonrisa y con palabras cariñosas; al igual que su hija.
Un día de esta semana estaba su hija quejándose del timo que supone pagar la televisión del hospital, pero que si ella no puede ir a verla, está sola y nada la entretiene, su madre es una mujer de avanzada edad y no lee ni escribe, y al menos con la televisión se mantiene ocupada. Hablando de esto le di la razón, de que para pacientes que pasan mucho tiempo en el hospital supone una fortuna; por lo que ella y su madre me preguntaron qué le había pasado para que estuviera tanto tiempo ingresado y como considero que tengo algo de confianza con ellas, les dije así algo por encima del problema.
Pues bien, volviendo al tema, esta ha sido una semana muy ajetreada y he tenido un miércoles malísimo por que a mi _adre le hacían unas pruebas importantes esta semana.
Este viernes cuando entré en la habitación de la paciente en cuestión (llamada M), me preguntaron si hacía puente y si me iba a Vigo a pasarlo. A eso de las 20:30 cuando estaba repartiendo las últimas medicaciones y pinchando las últimas heparinas, M me preguntó que que tal estaba mi _adre y que "un biquiño para que se poña millor". Juro que me dieron ganas de abrazarla como si de mi abuela se tratara. A veces un par de palabras sinceras de un desconocido llegan hasta lo más hondo. Escribo llegando a Vigo ya, con ganas de llegar a casa y contar que siento que a algunos pacientes les importo como a mí ellos.

Hay tiempo para todo

¿Y por qué no se va a ligar en un hospital?

Ayer, al coger el ascensor para bajar a los vestuarios a cambiarnos al acabar nuestro turno, nos encontramos con una sorpresilla. 
En la máquina de café de la planta charlaba animadamente una pareja, pero no una pareja cualquiera, de esas que ves que llevan 20 años casados, no. Eran, nada más y nada menos que un paciente y la hija de su compañero de habitación. El chico, en principio, no tiene ninguna enfermedad grave, simplemente una fiebre sin foco, por el momento. Ella, es una chica joven y guapa, cuyo padre está recientemente operado ya que sufre cáncer de próstata. 
Ambos, conversaban, pero no era una conversación cualquiera, era una de esas conversaciones que tienes con 15 años. Ella se tocaba el pelo sin parar, le salía la típica risa tonta y él le contaba historietas para que ella se riese todavía más. 
Nosotras, como buenas cotillas, nos quedamos allí un ratillo a observar la situación, pero no éramos las únicas. También apareció una auxiliar interesada por la buena nueva. "¿Cuánto tiempo llevan ahí?" nos preguntó. "Aquí uno ya llega a ver de todo". Y allí estábamos las cuatro, atentas a las reacciones de los 'tortolitos', esperando a que sucediese algo interesante. 
Hoy vamos con ganas de saber algo más acerca de este culebrón, a ver con qué nos encontramos. 

jueves, 27 de octubre de 2016

¡Pero si estoy haciendo todo bien!

Hoy me han dejado coger una vía. Las venas del paciente eran perfectas se veían bien, se notaban bien, eran rectas.. todo demasiado idílico. Cojo el abbocath, voy a pincharle y... no entra. Sigo haciendo fuerza y la sangre no sale. Pienso que no le he cogido bien la vena, pero veo perfectamente el abbocath siguiendo el camino de la vena. El señor se queja de que le duele y se empieza a marear. La enfermera se hace cargo, y empieza a mover el abbocath hasta que la sangre refluye.

Más tarde me explicó que algunos medicamentos hacían que las paredes de las venas se endurecieran, además de que la piel de este señor era extremadamente dura.
También me tranquilizó con un " aún te quedan por romper por lo menos 30 venas hasta que se te de bien pinchar"

Pequeñas grandes complicaciones

Hoy vengo a hablar de un problemilla al que ya me he acostumbrado en mi planta, trauma.
Este tema lo comenté con la enfermera supervisora porque de verdad que no es ninguna tontería.
Hablo de los problemas de sobrepeso que sufren la mayoría de mis pacientes. Esta semana en concreto nos han dado mucha guerra.
Como hablaba con mi supervisora, el problema de los pacientes de trauma es que son gente que lleva mucho tiempo en largas listas a la espera de que les llamen para operarles; y mientras sufren esta espera, sufren normalmente bastante dolor, lo que les hace perder movilidad, adoptar una vida más sedentaria, y con ello... coger unos kilitos antes de la operación. El problema se acentúa si el paciente inicialmente ya sufría de sobrepeso; como sucede en muchos casos, al ser por norma general, gente de más de 75 años que lleva una alimentación inadecuada y como dije, una vida sedentaria.
El principal problema es la movilización. Uno, dos y hasta tres auxiliares han tenido que colaborar para girar a una paciente esta tarde, para ver el estado de una cura en la columna. Fue complicado, y sobretodo porque la paciente no mostraba ningún esfuerzo por colaborar.
"Eu non tiño culpa" decía la paciente. "Nin nós de que pese o que pesa" me decía a mí más tarde una auxiliar.
Esta no ha sido nuestro mayor problema, si no que en ocasiones, los auxiliares han tenido que recurrir a grúas. Sí, me habéis entendido bien, grúas!!! Como si de bloques de cemento se tratasen.
Otro incidente "simpático" que tuvimos fue en el intento de mover a otra paciente de la cama al sillón. Buf. La auxiliar ya vino tanteando el terreno, y le preguntó cuánto pesaba. La señora no debía tener abuela y contestó, chea de gloria, que 90 kilos. A la auxiliar le faltó decirle  "Sí, en cada pierna!!", pero creo que, desgraciadamente, lo expresó con su cara. En fin, necesitó nuevamente la ayuda de sus compañeros para cambiarla de sitio.
Como sabiamente dijo la supervisora, a estos pacientes se les debería aplicar una dieta previa al ingreso ya que el sobrepeso no sólo causas problemas de movilización durante la hospitalización, si no de deambulación, eliminación, colesterol, corazón, respiración, riesgo de úlceras, etc.

Tranquilo pero intenso

Ayer, miércoles, fue un día aparentemente tranquilo, sin demasiado  ajetreo, por así decirlo. 
Estuve por tercer día consecutivo con Luisa y espero seguir con ella. Como cada día, llegué a planta, le pedí la lista de pacientes y los termómetros y empecé a mirar las constantes a los pacientes. No sé si os acordáis de que el otro día hablé de una señora con un melanoma y deteriorio cognitivo que estaba terminal, pues bien, hoy volveré a hablar de ella. Al salir de la habitación de esta mujer y entrar en la siguiente, el hijo menor de la paciente me preguntó si le podía mirar la tensión a él, no a su madre. Me dijo que se encontraba un poco cansado y mareado y que igual la tenía baja. Le contesté que yo se la miraba sin ningún problema pero que tenía que esperar a que acabase con la ronda de pacientes, porque ellos eran lo principal en la planta. Me dijo que no había problema y que en un ratito ya se pasaba él por el control. 
A los diez minutos, cuando terminé de tomar las constantes, fui al control para limpiar los termómetros y buscar a Luisa. Hasta allí llegó una médico preguntando por el 'exitus', es decir, algún corazón había dejado de latir sin posibilidad de reanimación. Al segundo supe que era aquella pobre mujer que tantos días llevaba sufriendo. Una de mis compañeras me dijo que el hijo menor (aquel que me había pedido que le mirase la tensión) llegó al control pidiendo un médico ya que su madre llevaba 2 minutos sin respirar y él no le encontraba el pulso. Llamaron a la médico y Luisa se apresuró a ver a la señora. Ya no se podía hacer nada. Los médicos se encargaron de tranquilizar al chaval mientras no llegaba su hermano. 
Yo empecé a repartir la medicación de la merienda mientras Luisa arreglaba el papeleo. Cuando el hijo mayor vino, se despidió de su madre y demás, tuvimos que, con ayuda de auxiliares y celadoras, retirar la vía, mascarilla y la sonda vesical a la difunta. 
Es duro ver el dolor en la cara de los familiares, El sufrimiento que pasan por ese ser querido que pierden, es muy difícil, y sobretodo en casos como este, en los que la paciente no es una señora en edad avanzanda, si no una mujer a la que, seguramente, todavía le quedaban muchas cosas por vivir y con unos hijos muy jóvenes, los cuales no debían llegar a la treintena de años. 
El resto de la tarde, la verdad transcurrió con normalidad, sin ingresos ni traslados, así que nos pudimos marchar media hora antes de lo habitual. 

miércoles, 26 de octubre de 2016

El sacrificio de las enfermedades disgestivas

Hay pacientes unidos al hospital de por vida. En la planta de digestivo hay muchos, y las enfermeras se encargaron de explicárnoslo de la mejor manera posible. Cuando un paciente ingresa ya es conocido (en la mayoría de los casos) por el personal. Personas con enfermedades crónicas que llegan a planta, se pasan un mes, se les alivia el dolor, vuelven a casa 2 semanas y de vuelta otra vez al hospital. Al final todo son ciclos, pero sinceramente no creo que yo pudiese llegar a acostumbrarme a este tipo de vida.

Otros directamente llevan ingresados cerca de tres meses y no tienen pinta de marcharse. Las enfermedades que abarcan al sistema digestivo pueden ir de leves a graves, y en la planta hospitalaria abundan sobre todo las cirrosis hepáticas, pancreatitis, cáncer, colitis ulcerosa, etc, siendo la mayoría de los síntomas las nauseas y vómitos, sangrados digestivos, estreñimiento, dolor abdominal... Para controlar estos problemas la mayoría de nuestros pacientes están citados a pruebas como colonoscopias, endoscopias, ecografías y un largo etcétera de pruebas para las que previamente deben estar en ayunas y cerca de unas 20 horas de reposo posterior.

Cualquiera de las enfermedades que te puedan afectar son un sacrificio, pero creo que, y también por vivirlas desde más cerca, las que engloban al aparato digestivo son un verdadero fastidio. 

Menos mal que hay descanso

Hoy ha sido una tarde muy "entretenida" en la planta 1 del Hospital de Conxo. A pesar de que hoy había cuatro enfermeras en vez de cuatro, no he parado de hacer cosas. Además, me han dado mucha más autonomía. Después de colocar la medicación pautada, fui a repartirla: pastillas sueros, nebulizaciones, intravenosas etc.
Según fueron llegando los ingresos fuimos registrándolos mi compañera de prácticas y yo en GACELA, con sus correspondientes planes de cuidados y escalas.  A éstos también se le tomaros las constantes. Por otra parte, a los pacientes que iban subiendo de quirófano les fui a mirar tensiones, preguntarles que tal estaban y mirar que traían puesto de quirófano ( vías, sondaje, suero...). Como siempre en esta planta, ingresos y quirófanos se sucedieron durante toda la tarde.
Además, hicimos la cura de la herida de la operación de hernia ( de la que hablé ayer) Lucía ( mi compañera de prácticas) y yo solas, y vimos, por primera vez el cambio de una bolsa de una colostomía. No ha sido un rato agradable, las heces ajenas nunca lo son, pero son gajes del oficio. Fue realmente impresionante ver, literalmente, el intestino de la paciente mientas ella hablaba con total tranquilidad.
A pesar de que la tarde ha sido agotadora, me ha gustado no estar siguiendo a mi enfermera y, aunque haya tenido que llamarla un par de veces por pequeñas dudas, sentirme útil y que puedo hacer las cosas yo sola.

Sonda y distrofia, combinación fatal

Esta semana, tengo entre mis pacientes a un hombre de avanzada edad que estaba ingresado por un recambio de su prótesis de cadera. Para colmo, el pobre hombre (le llamaré Manolo) sufría de distrofia de próstata.
El paciente, parece ser que se orinó encima inconscientemente, por lo que mi enfermera decidió colocarle una sonda vesical.
El procedimiento que se lleva a cabo para sondar es algo que me fascina; empezando por la colocación de los guantes estériles.


Como podemos apreciar en el vídeo, hay que tener mucho cuidado de no tocar la parte externa del guante con las manos, ya que éstas no son estériles.
En cuanto al proceso, mi enfermera hizo así; pasito a pasito como en las clases de "fundamentos":
-Lavar los genitales con gasas y un jabón específico, rosita.
-Se colocó los guantes estériles con mucho cuidado, porque sino se rompe el campo estéril. Esto es necesario dado que la sonda va a entrar en contacto con la vejiga, un órgano estéril.
-Otra persona, en este caso yo, le abre el paquete de la sonda. Usamos una típica sonda Foley de dos vías de 16 F (que hartas estamos todas de estudiarlas en "fundamentos"...) También le apliqué un poco de lubricante en su guante para que lubrique la sonda y entre con más facilidad.


-La enfermera fue introduciendo como pudo la sonda, pero al ver que salía sangre, la sonda se resstía a seguir entrando y Manolo no parecía notar nada; supuso que tenía algún problema de próstata (y así era).
-Cambio de sonda, cambio de tamaño, esta vez de 14 F y todo fue como la seda, inflamos el balón con suero fisiológico y listo! A los pocos segundos observamos en la bolsa unos 500 cm3 de orina
*Cabe destacar que el pobre Manolo, ya nervioso de que una enfermera le ande "ahí abajo", tuvo que aguantar a tres alumnitas de 2º de enfermería observando la maniobra... Pero como él mismo dijo "con alguén terán que aprender"

martes, 25 de octubre de 2016

A la tercera va la vencida

¡Por fin pinché mi primera analítica!

Tras una semana en la planta de oncología, este lunes por fin tuve mi primera toma de contacto con una vena, específicamente para hacer un análisis de sangre. 

Como cada día, tomé las constantes a los pacientes, con la sorpresa de que uno de ellos, un señor de unos 70 años, tenía un poco de fiebre. A este paciente le habían puesto la quimioterapia por la mañana y esta fiebre surgió como respuesta al tratamiento. A las 17:00, aproximadamente, el hombre empezó a tener frío y a temblar. Mi enfermera llamó a la médico (un encanto de mujer, todo hay que decirlo) que pidió que le sacásemos sangre para hacer un análisis y también para hemocultivos. 
Luisa (mi enfermera) me indicó todo lo que necesitaba coger y cómo se realizaba la punción. Coloqué cada cosa en la batea y fui a la habitación en la que se encontraba el paciente en cuestión. No me esperaba para nada que me dejase hacerlo a mi, ya que nunca lo había visto, y mi cara fue de sorpresa absoluta. El hombre muy amable estaba todo contento de que se lo hiciese yo "Si nena, pínchame tu, que así aprendes, alguen ten que ser o primeiro" me dijo. Las venas del señor no estaban muy 'sangrantes' que digamos y la muestra no era suficiente. Pinché en un segundo lugar y hasta en un tercero. En el tercer lugar de punción ya, por fin, salió toda la sangre necesaria para llenar los tres botecitos de la analítica (malva, azul y amarillo) y los cuatro de los hemocultivos. 

Costó trabajo pero al final lo conseguimos. La verdad, es que la actitud de los pacientes ayuda mucho para perder el miedo y coger confianza, si fuese otro igual me decía "nono, a mi que me pinche una enfermera de verdad" como les pasó a alguna de mis compañeras. 

Os dejo un dejo un vídeo para que veáis como se pincha una vena para hacer una analítica. 


Lo interesante pasa durante el descanso

Lo interesante siempre pasa cuando estamos de descanso. Es matemático. Podemos llevar 4 horas en planta aburriéndonos como ostras, que cuando suenan las ansiadas palabras: “Niñas podéis hacer el descanso” y  recoges tu mochilita con móvil y merienda, comenzarán los ajetreos y problemas en planta. Además, como está siendo un día suuuper aburrido, alargarás el descanso todo lo posible. Sucede eso de que una vez que bajas (y por fin, que ya empieza a anochecer) la enfermera te dice: “Qué pena que no estuvieses, tuvimos que canalizar una vía.”, “Vaya, si hubieses venido 5 minutos antes habrías puesto la sonda nasogástrica de la habitación x+2”, “Se acaban de llevar a uno de tus pacientes a UCI, ha empezado con convulsiones y tuvimos que intervenir muy rápido”. No pasa nada… piensas, otra vez será. Pero no, nunca vuelve a ser.

 Después están esos días que te los pasas enteritos en planta porque hay muchas cosas que hacer (repartir medicación, cambiar sueros, poner transfusiones, hacer ingresos o, como no, tomar tensiones de toda la planta) pero realmente no pasa nada interesante. Suena egoísta decir “quiero que pase algo en planta”, porque todo lo que pueda suceder es malo, pero tenemos ansias de aprender y ver cosas nuevas, no hay por qué sentirse culpable...  

Día productivo

Hoy he puesto mi segunda vía. Ha sido a un señor de 70 años, pero con unas venas perfectas. se la puse al primer intento y el no se quejó, así me sentí super orgullosa.
También me dejaron hacer dos curas. La primera fue a una señora que tiene unas úlceras varicosas en las piernas. Le limpiamos con suero y betadine la herida y le colocamos pomada. Después, le tapamos las piernas con vendas.
La segunda fue a un hombre al que operaron en agosto de una hernia y se le infectó la herida. Tiene la incisión abierta, por lo que el agua oxigenada no le resulta nada agradable. Ésta se le inyecta con una jeringa de 50 ml. Seguidamente se le colocan gasas empapadas con betadine y se tapa con mas gasas y apósitos.
Estas curas he estado toda la semana viendo cómo se hacían, y hoy ha sido la primera vez que me han dejado hacerlas. L e debo el honor a Sara, una de mis enfermeras favoritas. Espero poder seguir haciendo cada vez más cosas y con más autonomía.

La U de CHUS es de UNIVERSITARIO

Qué gran verdad, todo el mundo se queja siempre de la falta de motivación de algunos profesores... Este problema no está sólo presente en los colegios e institutos; sino que puedo asegurar que en la universidad también los hay.
No escribo para quejarme de ningún profesor en particular, sino para hablar de la enseñanza que nos ofrecen o quieren intentar ofrecer en las prácticas en el hospital.
Por ahora he acompañado a 5 enfermeras: Luisa, Eva, Lucía, Laura y Lupe. Todas menos una de ellas, fueron un cielo conmigo, me enseñaron un mogollón de cosas en muy poco tiempo, y me gustaron mucho como enfermeras, en el sentido de que me pareció que trataban muy bien a todos los pacientes. Todas, menos una que no voy a nombrar, llamémosla Florence, que sinceramente, no me aportó nada, me pasé el día corriendo detrás de ella, no me enseñó nada y no me dejó hacer nada.
Lo que más me molestó fue que: hay una paciente que no tiene analgesia hasta las 18:00 y a las 16:00 suele pedir un calmante. Siempre se le ha administrado media ampolla de morfina en 100ml de suero fisiológico. Pues bien, Florence me mandó prepararlo y así hice.
Imagínense mi cara cuando a los 15 minutos me di cuenta que la pequeña Florence había tirado en partes mi trabajo a la basura.
Entiendo que siendo enfermera, que no a todas les guste tener a una estudiante detrás correteando durante 6 horas y media, pero hay maneras y maneras de hacer las cosas.
Por eso digo, que no todo el mundo está hecho para la docencia, sobretodo si trabaja en un hospital universitario.
NOTA: para confirmar que no ha sido sólo cosa mía, al día siguiente la paciente de la morfina expresó su propia opinión acerca de Florence, y no fue buena, precisamente.

lunes, 24 de octubre de 2016

Rotación en planta

El lunes no fue un día muy ajetreado en la planta de digestivo. Al comenzar una nueva semana nos rotaron las habitaciones, cosa que me dio mucha pena ya que le había cogido cariño a muchos de mis pacientes y, además,  ya me estaba empezando a aprender la distribución y números de sus habitaciones. Lo primero que noté al comenzar mi ya rutinaria ronda de termómetros y tensiómetros, fue la gran cantidad de gente joven que había en comparación con mis anteriores habitaciones. Ahora atiendo a un alcohólico que intenta escaparse todas las noches, a un chico al cual tuvieron que ir los bomberos a sacar de entre unos matorrales, a una pareja de sordomudos y a una señora estirada (y a su hermana, que da más trabajo que la propia paciente), entre otros.

Visto así, el cambio de habitaciones no me entusiasma en gran medida, pero también hay gente muy riquiña, como un chico ciego que me comentó sus viajes a Gijón (es lo que tiene contar que eres de Ribadeo), a su compañero de habitación que se conoce las infraestructuras de dicho pueblo o al simpático que le dice a tu enfermero asignado: “Deja que lo haga la chica! Que tú ya sabes hacerlo y ella tiene que aprender.”

Mañana es un nuevo día de prácticas, a ver con qué me sorprenden estos personajillos.

El sufrimiento de los pacientes

El miércoles pasado ingresó en nuestra planta de Oncología una señora con un melanoma y un deteriorio cognitivo bastante importante. La señora pasó los primeros días completamente sedada, dormía toda la tarde. A partir del jueves la cosa empezó a empeorar y le diagnosticaron status no convulsivo. Yo no tenía muy claro a qué se referían los médicos con ese término, pero seguro que a nada bueno. La pobre mujer ya no razonaba, no hablaba y no era capaz de expresar lo que le estaba ocurriendo, dónde le dolía o si tenía ganas de ir al baño. 
Hoy, al llegar a la planta, la mujer había empeorado todavía más, el hijo mayor, desesperado pedía calmantes, pues no soportaba ver a su madre sufrir. A las 17:00, aproximadamente, llegó el hijo mejor de la paciente, el cual reclamaba con urgencia conocer el historial clínico de su madre y hablar con los médicos. Nosotros no tenemos la autoridad necesaria para ofrecerle esa información, así que la doctora tuvo que ir a hablar con él para tranquilizarlo. El chaval no sabía demasiado bien el estado actual de su madre pues pidió expresamente a la médico "por favor, curad a mi madre". La doctora, que desde hace una semana sabe que la enferma está terminal, tuvo que sacar fuerzas y comunicárselo al hijo, que todavía guardaba un hilo de esperanza. 
Es muy complicado comunicar noticias como éstas a las familias sin venirte abajo, encontrar las palabras de ánimo acertadas en una situación así, en la que te cortan todo ápice de esperanza. 
Cuando acabé mi turno, los dos hijos permanecían al lado de su madre, agarrando su mano, llorando desconsolados, por fin eran conscientes de la situación que tanto tardaron en darse cuenta y asimilar, por fin. Ahora sólo les queda estar al lado de su madre en sus últimos alientos, darle cariño, ya que el final está a la vista. 

La paciencia, la gran aliada de la enfermera

Hoy la mayoría de los pacientes que conocía se han ido, y han sido sustituidos por pacientes nuevos. Para empezar, ha llegado un señor con una infección en el ojo, que cada vez que entro en la habitación me echa, literalmente. Llego con sus colirios (que no son pocos) y su respuesta, textualmente, fue " estoy comiendo, hasta luego". Traté de explicarle que los colirios se deben echar a la hora exacta, pero ni el ni sus acompañantes(que eran 7 u 8) estaban por la labor. Finalmente la enfermera consiguió lidiar con ellos.
En el extremo opuesto tenemos a un señor que cuando fui a tomarle la tensión me dijo" es que cuando entras por la puerta me sube a 17 por lo menos" y como no puedes contestarle a ese desconocido que podría ser tu abuelo lo que quisieras contestarle, te muerdes la lengua, lanzas una risita nerviosa y rezas porque el tensiómetro se desinfle rápido.
También ha ingresado una paciente argentina. Con la labia que caracteriza a los porteños, me ha explicado durante veinte minutos por qué no quería despintarse las uñas, mientras yo trataba de intervenir en su monólogo para explicarle que, por muy " lindas" que lleve las uñas, no se puede medir la saturación de oxígeno con ellas pintadas.
Y ante todos estos sucesos, lo único que puedes hacer es pedir a Dios un poco de paciencia, callarte delante del paciente/acompañante y desahogarte en el descanso con tu compañera.


VAC

Hoy tuve una novedad en planta. Nada más llegar fui a tomar las constantes y en la primera habitación había algo nuevo: una máquina que parecía estar conectada a través de un tubo a la espalda de una de mis pacientes más veteranas y la cual parecía estar chupando sangre, como si de un vampiro se tratase.
Pues bien, se trataba de un "vac". VAC significa Vacuum Assisted Closure y se utiliza en la prática de cicatrización de heridas. Por lo visto, esta máquina estaba siendo utilizada en planta pero también está indicada para uso domiciliario, ya que el paciente está conectado a ella mediante a un tubo, y ésta solamente necesita estar enchufada, por lo que puede usarse en casa también.
Esta máquina funciona administrando una presión negativa de forma continuada, por ejemplo, mi paciente al principio tenía el vac a -70mmHg; pero no es suficiente, por lo que probablemente mañana lo suban a -110mmHg.
En realidad funciona como un drenaje, sólo que en el tubo hay presión negativa, por lo que la máquina "chupa" el líquido. Cabe decir que este dispositivo cuenta con un depósito en el que se puede ver el volumen del líquido.
Sirve para preparar la herida para que cierre, reducir el riesgo de edema, aumentar la perfusión y eliminar el exudado y otros materiales infecciosos de la herida.
Dejo aquí un vídeo de la máquina chupasangre



domingo, 23 de octubre de 2016

Siempre hay un hueco para la merienda

El “control” de enfermería es, sin lugar a dudas, el mayor descontrol de la planta. No importa cuántos pacientes se encuentren peor de lo habitual, cuántas habitaciones estén llamando para pedir un calmante, cuántas transfusiones de sangre haya en marcha o cuántos familiares estén gritando para que el médico venga de una vez, que en el control siempre habrá cachondeo. Es ese lugar privilegiado en el que nadie más que el personal del hospital (tanto enfermeros, como celadores, auxiliares o médicos) puede entrar. Y es por esto que en este pequeño espacio de siete metros cuadrados es donde los pijamas de diferentes colores descargan sus ataques de risa, su desesperación y su odio, para dar una gran bocanada de aire, armarse de paciencia y de sonrisas y volver a la constante lucha contra los pacientes.

El control también es ese lugar en el que nadie sabe por qué le dieron el alta al paciente de la habitación x, por qué no aparece el de la x+1 o por qué ingresaron al de la x+2. Papeles y medicación por todos lados, ordenadores que no quieren funcionar, recetas de sueros glucosalinos 3500+2clk que no existen y cajas fuertes con medicación peligrosa abiertas de par en par. Las enfermeras tienen una gran habilidad para que, una vez que el carro de medicación sale del control, todo parezca que ha vuelto a la normalidad.

Al lado del control también está la maravillosa sale del café, con los sillones más cómodos que he probado en años y la tele en los documentales de animales de la 2. Sobre la mesa pasan cada día multitud de aperitivos, desde bizcocho casero que trae de casa una auxiliar hasta enormes bandejas de embutido que desaparecen en cuestión de minutos, pasando por tarta de Santiago, pastas y algún que otro dulce que tampoco tarda mucho en desaparecer. De acompañamiento, el periódico y un buen café.

¡En un lugar como este cualquier persona querría trabajar!

Gajes del oficio

Hay pacientes de todo tipo, más o menos amables, más charlatanes o más callados, más quejicas o menos... y hay que aprender a lidiar con todos ellos

El día uno de prácticas ya me choqué con el matrimonio estrella de la planta, el conocido (y a la vez temido) por todos, tanto por enfermer@s, como por médicos, auxiliares y celadores. El enfermo es el señor, con un cáncer bastante avanzado y la mujer una 'metomentodo'. 
Nada más me acerqué para tomarle la temperatura al pobre anciano, la esposa comenzó a interesarse por mi vida: "Ay, tu eres nueva, nunca te había visto por aquí" "¿Y de dónde eres? ¿De aquí de Santiago?" Cuando le contesté que era de Ribadeo, la señora ya tuvo tema de conversación para toda la semana: "¡Entonces eres casi asturianina!" exclamó. No señora, de asturiana no tengo un pelo que Ribadeo está en Galicia, pero la mujer continuó erre que erre: "Bueno hija, pero estás ahí en la frontera, y como nosotros somos de León, pues primos-hermanos". Yo, sin hacerle mucho caso a la señora, me limité a asentir y sonreir, pensando (ingenua de mi) que se le iba a olvidar en cuanto pasasen 5 minutos. Pero no, resulta que la señora además de ser curiosa pues tiene buena memoria y claro, cada vez que entro en la habitación ya suelta: "por aquí viene la asturianina" y me relata la historia de amor de una de sus primas casada con un hombre de Asturias (de Tapia de Casariego, para ser exactos). Y además de ser una cotilla y de tener una memoria de lince, la mujer leonesa nunca está contenta con nada. Que si la cena tarda, que si no queda papel higiénico, que si la medicación se retrasa cinco minutos... a todo le encuentra pegas. ¡Lo que hay que aguantar!

Después está el señor que quiere hacer abuelos a mis padres: "a ver cando lle das un netiño así aos teus pais" me decía mientras me enseñaba una foto del suyo. Pues señor, a mis 19 años recién cumplidos (aprovecho para destacar que hoy es mi cumpleaños) si les llego a mis padres con un "netiño" igual se caen para atrás de la silla. 

En un hospital escuchas cosas de todo tipo, unas que te hacen más gracia que otras, pero hay que aprender a callar, a no entrar al trapo y limitarte a darles la razón a los pacientes, ya que no consigues nada discutiendo con ellos o dándoles una mala contestación. 

Tercer día y primer pinchazo!

Esta semana he tenido la suerte, como muchos de mis compañeros, de canalizar una vena a una paciente ("poner una vía")
Esto sucedió el miércoles. Mi enfermera de ese día se llamaba Eva, era muy maja y me enseñó muchísimas cosas, al igual que Luisa; la enfermera que me acompañó lunes y martes.
Sobre las 7, Eva me avisó que la vía de una paciente "no quería ir" y que si estaba dispuesta a hacerlo yo.
Esto no se me olvida en la vida... Cargamos una bandeja con todo el material: gasas, cánula, apósitos, llave de tres pasos, tapones abbocath, jeringuilla, suero fisiológico y tiras de fijación.
La paciente en cuestión no estaba nerviosa ni le pareció raro que fuese una alumna en prácticas, lo que me ayudó mucho a no perder los nervios.
Primera vía y perfecta a la primera! No me lo creía cuando vi el resultado final, que satisfacción!
Salí muy contenta de la habitación y lo registré en el famoso programa Gacela, no me olvido tampoco:
Selección de paciente>Registros especiales>Catéteres vasculares y periféricos>Cambio>MSI-MSD>Vena: dorsales de las manos> Perfusión: medicación
Listo!

sábado, 22 de octubre de 2016

Inocentes novatas...

Si hay algo que no abunda en los hospitales, es la gente joven. Qué extraño cuando esos seres se pasan una vez al mes por uno de los pasillos del hospital, por supuesto (y qué suerte) no son ingresos, si no visitas, y no tardan mucho más de una hora en dar media vuelta y marcharse por donde vinieron. Con esto no quiero decir que la gente joven no visite a sus familiares, simplemente no abundan.

Debe ser esta la extraña causa que lleva a todos los pacientes de planta a alegrarse de una manera escandalosa cuando el primer día te ven aparecer con tu sonrisa de novata, tus dos trencitas, pijama blanco, acreditación y tensiómetro en mano con un precioso “¡Buenas tardes, vengo a medirle la tensión!”, como si esto fuese lo más interesante que te pasase en años. En mi primera ronda de sonrisas, pulsos, tensiones y termómetros me he llevado de regalo unas cuantas impertinencias del tipo: “Ai que falta nos facía unha mociña nova por aquí”, “Si quieres quedar algún día quedamos”, “Yo a ti te dejo el brazo y todo lo que necesites para medirme la tensión”, “¡Mi novia, es mi novia!”; después de esto relajas la sonrisa y aprendes del trato amable-distante que tan bien saben utilizar nuestras enfermeras asignadas.

Con el paso de los días ya vas conociendo a los personajillos de la planta, a la vez que pierdes la ilusión del primer día por medir las constantes (acabas por descubrir que en realidad es el trabajo más aburrido del día, y por eso nos mandan a las de prácticas) y, además, los susodichos acaban por aburrirse de verte y ya ni se dignan a echarte una sonrisilla.

Bendita inocencia, algún día también nos reiremos de las nuevas.

Pacientes aislados

Como es sábado, voy a hablar de algo que me ha chocado mucho en esta primera semana de prácticas, los pacientes aislados.
En la planta donde estoy yo, cirugía hay dos personas aisladas por contacto ya que tienen enfermedades producidas por virus altamente infecciosos. Cualquier práctica que conlleve tocar su cama o a ellos implica la utilización de solución alcohólica, guantes y una bata desechable. Hasta aquí todo parece usual dentro de una planta de hospital. mi sorpresa llegó cuando estos pacientes aislados compartía habitación con dos pacientes más. Puedo entender que no lleguen a entrar en contacto físicamente, pero el hecho de compartir habitación y cuarto de baño con estos pacientes debe causar, cuanto menos, un poco de reticencia.
Mi sorpresa fue todavía mayor cuando fui a colocar una nebulización al otro paciente aislado, este sí en una habitación individual. Yo me preparé como me habían explicado, y entré. Allí me encontré a la mujer del paciente, sus hijos y nietos todos con la ropa tal cual traían de casa, sentados alrededor de la cama y tocando al paciente. Ellos me miraron como si yo fuese una obsesa de la limpieza, así que supuse que nadie los habría avisado.
Mis suposiciones, totalmente erróneas. la contestación de Chus, mi enfermera ese día fue " da igual las veces que se lo digas, la gente hace lo que le da la gana"
¿Hasta qué punto se cumple entonces el "aislamiento"? ¿ es que el amor por tus seres queridos supera cualquier barrera, hasta la sanitaria?, y lo más importante, ¿ no deberían estar estos pacientes en una planta especializada y NO recibir visitas?



Equivocarse es aprender

"Si no lo haces mal nunca lo vas a hacer bien"

Viernes, último día de prácticas de la semana. Llego, como siempre, a las 15:00 a la planta de onco. Vuelve a estar Paco, mi enfermero del lunes, pero esta vez no voy con él. Ana será la encargada de enseñarme hoy, y qué bien enseña, para mi, el mejor día de prácticas de toda la semana, sin duda. 
La frase más repetida de Ana fue: "¿Sabes facelo?" y como le contestase que "no" enseguida me decía: "Pois failo, equivócate e así aprendes, xa verás como para a próxima che sae perfecto". Y cuánta razón tiene. No hay mejor forma de aprender que intentarlo una y otra vez, aunque falles debes seguir intentándolo, llegará un punto en el que lo sepas hacer y ya nunca más se te olvidará. 
La tarde, la más tranquila de toda la semana. Nada más y nada menos que 10 altas y sólo 3 ingresos. Cuando tomamos las constantes nos dimos cuenta de la cantidad de pacientes que se habían ido para casa, a algunos de ellos los vimos marchar, con ilusión, con una sonrisa en la cara, sabiendo que aunque, seguramente, tarde o temprano tendrían que volver, ese fin de semana lo iban a pasar en su hogar, con los suyos, sin tanto cable a su alrededor. No se me olvidará la cara de uno de los pacientes, el hombre llegó al control de enfermería pidiendo si alguien le podía retirar la vía, bueno, según él: "esta cousa que me colga do brazo". Mientras se la quitamos nos contó que ese fin de semana venía su nieta a verle porque había tenido un bebé, el hombre relataba con orgullo que por fin era bisabuelo y que se moría de ganas de conocer al "cativo" como él decía. Hay pocas cosas tan bonitas en esta profesión como observar la cara de emoción de los pacientes y familiares, la esperanza que guardan, a pesar de estar sufriendo por dentro, la ilusión con la que afrontan las cosas buenas que todavía les ofrece la vida. Esto no lo cambio por nada. 

Equipaje de mano, o más bien de bolsillo

Una de las primeras cosas que me dijo Luisa, la enfermera que me asignaron los primeros días fue: ¿tienes tijeras? ¿tienes esparadrapo? ¿y tus bolígafos? ¿anotas con rotulador ahí?... Y así toda la tarde; pobre e indefensa yo, que llegué allí con mi boli bic azul con la mitad de tinta... Pero una aprende rápido: al día siguiente aparecí bien equipada:
-Tijeras de enfermera
-Rotulador negro permanente, para escribir en las bolsas de suero y etcétera
-Libreta pequenia, para anotar constantes y cosas que no sabía como la escala "EVA" que se utiliza para cuantificar el dolor que sufre un paciente
-Bolígrafos para anotar el EVA, las tensiones, los pulsos y las temperaturas de toooodos los pacientes
-Esparadrapo para fijar vías, sondas y posibles apaños
-Tapones abbocath para las llaves de tres pasos de las vías
-Gasas, si hay suerte de poder canalizar una vena o extraer sangre
-Termómetros, para la toma de constantes al principio del turno o tras una transfusión sanguínea o ante cualquier síntoma de fiebre
-Suero fisiológico y jeringuillas de 2/5 mL para lavados de vías
Las enfermeras aprendemos rápido!!!!

viernes, 21 de octubre de 2016

Tratamientos contra el dolor

Los medicamentos que más abundan en la planta de digestivo son los calmantes; muchos de los pacientes se encuentran con un tratamiento de morfina muy elevado debido a un dolor que analgésicos comunes, como sería por ejemplo el enantyum, no son capaces de aliviar. Con este caso hemos tenido en planta a un paciente con catorce ampollas de morfina, una auténtica barbaridad que muchas de las enfermeras nunca habían visto, debido al dolor que le provoca su cáncer de páncreas y metástasis por múltiples lugares del organismo. Sin embargo, es tanta su fuerza y  perseverancia que ha conseguido seguir adelante y hoy cambia el hospital por la plaza de la Quintana para actuar y que los demás puedan disfrutar de su música.

En casos como estos la familia es un factor fundamental de apoyo para nuestros pacientes; tanto hermanos, padres, como la pareja del enfermo han estado en todo momento a su lado compartiendo su dolor. Este ha sido para mí un claro ejemplo a seguir de superación.

El caso de este chico ha sido el más alto en medicación de toda la planta de digestivos en mucho tiempo, pero hay gente que al igual que él necesita de calmantes para aliviar su dolor. Las enfermeras asignadas se encargan de enseñarnos rápidamente cómo administrar estos medicamentos, ya que, siendo tan demandados, es imprescindible que todo el personal sepa aplicarlos correctamente. De la misma manera, se nos enseña a retirarlos, purgarlos a una velocidad adecuada, limpiar con suero fisiológico las vías para que su administración sea más eficaz y cambiarlos por una nueva toma siempre que sea lo pautado.

Finalizada esta semana de prácticas obtengo como conclusión que todo lo aprendido es necesario para el correcto trato con el paciente, ningún detalle puede faltar en la rápida actuación que demanda la enfermería.

... y menos mal que es viernes!

Supuestamente, el viernes es un día muy tranquilo en la planta de cirugía. No hay ingresos ( no se opera los fines de semana), por lo que no hay que hacer nuevos historiales en el programa GACELA ni entrevistar a nuevos pacientes. A pesar de ello, este viernes ha sido de todo menos tranquilo.

Tras tomar tensiones, purgar sueros y dar medicaciones, un paciente ha tenido que ser sondado. Y aunque no he podido practicar mi primer sondaje (esa uretra no estaba apta para intentos), sí me dejaron hinchar el balón, con desastrosas consecuencias, ya que los 30 ml de agua destilada acabaron en la cama del paciente y no en el interior de su sonda. Otra vez será.

Más tarde, una paciente comenzó a marearse. ¿Adivináis quién lo tomó las contantes cada hora? Por supuesto, yo. Las constantes jamás salieron de los rangos considerados normales, por lo que todavía no se entiende el origen de los mareos de dicha paciente.

Finalmente, antes de la cena, tocaron la comprobación de las glucemias. Si la cantidad normal de glucosa en sangre no debe sobrepasar los 125 mg/dl, ¿ qué haces cuando el glucómetro marca 480 mg/dl? primero, repetir la prueba porque crees que estás haciendo algo mal. En segundo lugar, llamar a un médico. Tras seis unidades de insulina y los sueros glucosalinos eliminados de su pauta hasta nueva orden, volví al control de enfermería. Allí me encontré con el paciente con el que acababa de estar había sido dado de alta esta mañana. media y cuatro llamadas después, se descubrió el error burocrático que había hecho desaparecer al paciente del sistema del hospital, dejándolo sin medicación y sin cena. Finalmente se restauró todo su historial y la anécdota pasó sin mayor incidencia.
Seguidamente, me llevé la mayor alegría de la tarde, podía irme a casa antes de la hora. ¿ A caso hay algo mejor que irme antes de tiempo a casa? ¿ UN VIERNES?

Primera semana

Por fin llegaron las ansiadas y a la vez no-tan-ansiadas prácticas. 

No-tan-ansiadas por el hecho de pasarnos de 15:0 a 22:00 todos los días en el hospital.
Ansiadas por entrar en contacto con la realidad de una vez, por ver con mis propios ojos lo que estamos estudiando.
La semana pasada nos informaron de los grupos y plantas asignadas. Traumatología, cirugía ortopédica y reumatología (más comúnmente conocida como  "trauma" o "trauma y reuma"). Ui, no suena muy bien.
Llegué al Hospital Clínico Universitario de Santiago asustada y algo nerviosa, no sabía lo que me iba a encontrar. Mi sorpresa inicial fue grata: la enfermera, Luisa, que me asignaron lunes y martes era muy maja, y llevaba muchos años en "trauma, por lo que sabe un montón y trató de enseñarme todo lo posible desde el primer momento; de hecho congeniamos muy bien.
Trauma es una planta en la que prácticamente todos los pacientes están operados, acaban de llegar de quirófano o son ingresos programados para las próximas cirugías.
La mayoría de pacientes tienen bastante dolor o molestias, por lo que estamos todo el día administrando calmantes: paracetamooooool, enaaaaaaaaantyum, nolotiiiiiiiiiiiiil, morfiiiiiiiiiiina...
Lo demás que suelo hacer es tomar las constantes vitales (temperatura, tensión y pulso), preparar y repartir medicación, revisar curas y "pinchar" heparinas
La gente por lo general intenta no quejarse, a pesar de que la media de edad de los pacientes ronda los 70, los que más suelen quejarse y, a veces, estorbar son los acompañantes.
Me despido, hoy será un nuevo día de prácticas!

Un jueves movidito

Ayer al llegar a las 15:00, como cada día, a la planta 5A (oncología) del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela supimos que no iba a ser un día tranquilo. Todo estaba lleno de médicos, residentes con sus adjuntos, enfermeros, auxiliares... Algo pasaba. 
Erika me esperaba con un rescate de morfina para la mujer de la habitación del fondo, una mujer alta y fuerte. Parece que la señora está empeorando, está sufriendo y su familia no es del todo consciente de la situación "esta tarde tengo muchas cosas que hacer" decía el hijo entre risas, "os dejo mi teléfono y ya si eso me llamáis". La pobre mujer, ya cansada, intentaba quitarse las gafas nasales que yo le estaba colocando por lo que una auxiliar tuvo que venir a sujetarla mientras yo les ponía un poco de esparadrapo. Tras el rescate, la mujer se tranquilizó y pasó la tarde adormilada hasta las 21:00. Fui a su habitación para ver si estaba bien y me la encontré con la mascarilla quitada, la vía medio colgando y tratando de arrancarse la sonda vesical. Me apresuré a agarrarle las manos y traté de tranquilizarla pero sin éxito. Pedí la ayuda de auxiliares y celadoras, ya que yo sola no podía sujetarla, ¡menuda fuerza que tiene esa mujer! Llamé a Erika, que le cambió la vía y le puso suero (porque llevaba todo el día sin comer) y también otro calmante para que estuviese más relajada. Qué pena me dio al ver a esa pobre señora indefensa atada a la cama. 
Espero que hoy haya mejorado algo, aunque ni médicos ni enfermeros tenían demasiada esperanza.

jueves, 20 de octubre de 2016

También curamos el corazón

Hoy he cumplido con mi cuarto día haciendo prácticas en la planta de digestivo-nefrología en el Hospital Clínico de Santiago de Compostela. En este tiempo tan escaso puedo decir con total seguridad que he aprendido más que en todo el curso anterior, porque si algo está claro es que la enfermería no nos la enseña ningún libro, si no el día a día frente al dolor, sufrimiento y angustia tanto de los pacientes como de los familiares a los que atendemos.

Esta semana he visto la muerte más cerca que nunca, he notado el sufrimiento de familiares incapaces de tomar decisiones que  les cambiarán la vida, he despedido con inmensa alegría a aquellos que por fin pueden volver a casa: “e non te queremos volver a ver aquí”, es la frase más dicha siempre por los enfermeros. Pero si hay algo que de verdad haya aprendido en estos días, es que también escuchamos, comprendemos y damos la mano a quien necesite llorar: “porque Pedro, eu non teño que curalo solo da barriga, tamén o teño que curar do corazón, así que chore todo o que queira que eu vou estar aquí para escoitalo” le decía Eva, mi enfermera asignada, a alguien que echaba de menos el apoyo de su mujer fallecida ya hace 10 años y el de unos hijos que no muestran por él el interés que se merece.

Como enfermeras, los pacientes nos enseñan que tenemos que ser fuertes, y nosotras les enseñamos lo mismo en otro aspecto. Es una relación recíproca y que nunca dejará de ser enriquecedora en nuestras vidas, porque el contacto hace el cariño, el cariño hace el amor, y el amor siempre gana.


sobreviviendo un día más

Hoy es el cuarto día consecutivo de mis prácticas de enfermería en la planta de cirugía del Hospital de Conxo. En dicha planta, aunque su nombre indique lo contrario, hay gente que ni ha sido operada ni lo será.
Tenemos, por ejemplo, una "encantadora" ancianita de la habitación con un eccema que le ha provocado heridas en los miembros inferiores. A esta dulce mujer, la cual insultó a enfermeras, médicos, celadores, auxiliares y compañeras de habitación, le he colocado mi primera vía.
Mientras luchaba contra el temor de que pasara a la violencia física si no conseguía encontrarle la vena, preparé la batea con el instrumental para colocar la vía: abbocath, alargador, compresor, gasas, alcohol, suero y jeringa y me adentré en la aventura. Resultado: la vía continúa perfectamente colocada desde el primer intento.
Después de este subidón, la tarde se relajó un poco con las ya habituales purgaciones, de paracetamoles, enantium y demás analgésicos, así como la toma de constantes, aburrida para paciente y enfermera por igual.  También la administración de medicación, con sus heparinas de bajo peso molecular, que provocan en el paciente siempre la misma reacción: ¿ CÓMO QUE UN PINCHAZO? seguido de la relajación al ver el tamaño de la aguja

Si por otra cosa se caracteriza la planta de cirugía, son los ingresos. La gente viene, se opera y se va, haciendo que el trabajo en el famosisímo Gacela sea continuo. También se deben hacer los planes de cuidados y las fichas de quirófano. Así pues, me pasé el resto de la tarde frente al ordenador, aburrido, sí, pero sentarse una hora siempre se agradece, más si después de esto te puedes ir ya a casa

sobreviviendo un día más

Hoy es el cuarto día consecutivo de mis prácticas de enfermería en la planta de cirugía del Hospital de Conxo. En dicha planta, aunque su nombre indique lo contrario, hay gente que ni ha sido operada ni lo será.
Tenemos, por ejemplo, una "encantadora" ancianita con un eccema que le ha provocado heridas en los miembros inferiores. A esta dulce mujer, la cual insultó a enfermeras, médicos, celadores, auxiliares y compañeras de habitación, le he colocado mi primera vía.
Mientras luchaba contra el temor de que pasara a la violencia física si no conseguía encontrarle la vena, preparé la batea con el instrumental para colocar la vía: abbocath, alargador, compresor, gasas, alcohol, suero y jeringa y me adentré en la aventura. Resultado: la vía continúa perfectamente colocada desde el primer intento.
Después de este subidón, la tarde se relajó un poco con las ya habituales purgaciones, de paracetamoles, enantium y demás analgésicos, así como la toma de constantes, aburrida para paciente y enfermera por igual.  También la administración de medicación, con sus heparinas de bajo peso molecular, que provocan en el paciente siempre la misma reacción: ¿ CÓMO QUE UN PINCHAZO? seguido de la relajación al ver el tamaño de la aguja

Si por otra cosa se caracteriza la planta de cirugía, son los ingresos. La gente viene, se opera y se va, haciendo que el trabajo en el famosisímo Gacela sea continuo. También se deben hacer los planes de cuidados y las fichas de quirófano. Así pues, me pasé el resto de la tarde frente al ordenador, aburrido, sí, pero sentarse una hora siempre se agradece, más si después de esto te puedes ir ya a casa

LOS COMIENZOS SIEMPRE FUERON DUROS

Empezar es complicado y más si no tienes ni idea de dónde de metes. 

Tras más de un mes esperando, el día que me comunicaron la planta hospitalaria en la que iba a pasar las próximas cinco semanas me quedé con la boca abierta. Oncología y aislados, empezando fuerte. Al llegar allí la sorpresa fue todavía mayor.
No todo es tan malo como parece, eso sin duda y, a día de hoy, después de tres días de prácticas, no puedo estar más contenta. No sólo por el ánimo, la fuerza y la esperanza con la que te reciben los pacientes, si no también por el trato recibido por parte de los profesionales, tanto enfermer@s como auxiliares. 
Nada más llegar el coordinador me asignó a un enfermero para ese día, Paco, amable y simpático desde el minuto uno. Empecé mirando las constantes: temperatura, tensión arterial, pulso... Después preparamos la medicación de la tarde y fuimos paciente a paciente repartiendo. Cosas que parecen muy simples, pero tienes que fijarte para saber hacerlas tú sola. 
A las 18:00 siempre tenemos un descanso hasta la hora de repartir la medicación previa a la cena y aquí ya hay que pinchar. No tiene ninguna complicación, son inyecciones sencillas que hasta los propios pacientes o los familiares podrían poner, pero siempre hace ilusión las primeras veces. 
Los dos días siguientes la planta funcionó con normalidad, algún alta y algún que otro ingreso, pero nada destacable. Eso sí, cada día estuve con una enfermera, el martes con Isabel y el miércoles con Erika. 
Hoy me espera un nuevo día de prácticas, el penúltimo de esta semana, a ver qué tal.