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miércoles, 23 de noviembre de 2016

la última lección

El última día, por fin, conocí a la supervisora de planta. Nos llevó a todos los alumnos de prácticas a una salita y nos dio una pequeña charla y consejos que nos ayudarían en el futuro, como pinchar una intramuscular, no confundir unidades de glucosa con ml(sí, ha pasado) y cuantas gotas hay en un ml por si no hubiese diala-flow.
Pero los mejores consejos fueron que siempre nos guiasemos por lo que sabíamos, que no tuviésemos ´miedo a ningún médico, que transmitiésemos " buen rollo" y que, a veces, charlar con un paciente le salva de un calmante, Lo cierto es que, a mi parecer, se está perdiendo la parte humana de la enfermería. Como yo no tenía la presión de las enfermeras, a veces me quedaba hablando con los pacientes y con los familiares, porque, aunque hay gente para todo, nadie está en el hospital por gusto y a todos nos gusta que nos escuchen cuando nos quejamos, o que simplemente nos pregunten qué tal estamos.

lunes, 21 de noviembre de 2016

El último día

Tras hablar con mis compañeras, he visto como la mayoría han dado regalos a las enfermeras o ellas le dieron regalos y que todo fueron despedidas preciosas. En mi caso, estaban las enfermeras que peor me caían ese día, y lo mejor que pasó en toda la tarde fue que me dejaron coger una vía.
La enfermera, que no es precisamente santo de mi devoción,  fue que antes de ello me preguntó si sabía coger una vía. Llevo cinco semanas aquí, aunque tú hayas pasado de mí, hay gente que sí me ha enseñado y por la que merece la pena venir al hospital. La vía la cogí a la perfección aunque tuve que escuchar un " no has traído guantes?" cuando ella jamás los usa. Yo los llevaba en el bolsillo, porque ya me esperaba cualquier reacción de esa mujer. La señora a la que pinché no se quejó nada, creo que dejándole bastante claro a la susodicha enfermera que los alumnos pueden hacer más cosas que constantear y purgar sueros.
En fin, finalmente se despidieron con un seco " chao", no creo ni que se dieran cuenta de que era nuestro último día.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Gracias, y hasta abril!

Lo único que puedo hacer tras haber acabado mis primeras prácticas de enfermería en la planta de digestivo del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela es agradecer. Agradecer a todos aquellos enfermeros que en esta nueva etapa me han estado acompañando, me han instruído y han dado lo mejor de sí para hacerme aprender, tanto a mi como al resto de mis compañeros. 
He de reconocer que no ha sido fácil, si no que han sido cinco semanas de mucho cansancio, acudiendo al hospital 7 horas todas las tardes, pero tengo que decir que mucho peor habría sido si no estuviésemos tan contentos como hemos estado en la planta. 
Nos han enseñado lo práctico de la profesión, pero sobre todo lo humano. Y cada día estoy más segura de que es a esto a lo que quiero dedicar mi vida, más segura de que no podría haber escogido mejor, y más segura de que me estoy formando en una universidad excelente. 
Gracias por hacernos ver lo bueno y lo malo, las complicaciones que podemos encontrarnos y cómo lidiarlas, gracias también porque no todo han sido días buenos, y de eso también se aprende. 
Nos hemos encontrado a pacientes más y menos buenos, a familiares con los que nos tirábamos de los pelos y a gente que no ha querido ni vernos de cerca, pero nos llevamos el "xente estúpida vádela encontrar en todos lados, así que non vos preocupedes". 
Considero estas cinco semanas como uno de los períodos más importantes de mi vida, mi primer encuentro con mi futuro profesional, y la sensación que me llevo no puede ser más buena.
Me despido pues, tanto del blog como de los hospitales. Pero de estos últimos hasta dentro de no mucho... ¡Nos vemos en abril, y que viva enfermería!💓

sábado, 19 de noviembre de 2016

Una planta para la planta

En nuestra última semana de prácticas decidimos, entre los tres alumnos, hacer un detalle a la planta. Durante todo este tiempo nos acogieron como a tres más, nos enseñaron todo lo habido y por haber y se preocuparon por que nos sintiésemos integrados y estuviésemos a gusto en su compañía, así que teníamos que agradecérselo. 
No fue muy difícil ponernos de acuerdo, ya que nuestro compañero Walter nos dejó completa libertad (y también responsabilidad) a la hora de hacer las compras. Optamos por lo fácil: algo de picar para esas meriendas tan amenas que se gastan en la planta, y algo duradero para que se puedan acordar de nosotros al verlo. Así que decidimos: unas galletas y una planta.
Al estar ya entrando en época navideña nos encontramos de frente, nada más entrar en el súper, con unos tremendos panettones a los que no pudimos hacer el feo de dejarlos ir, así que (pensando más bien en nuestro gusto de paladar que en el de las enfermeras y trabajadores de la planta de digestivo) nos llevamos uno de chocolate. Compramos también un surtido de estos que suelen regalar las abuelas (a mi no me tiene mucho chiste pero al parecer están muy buenas). En cuanto a la planta, fuimos a una floristería y escogimos la más barata, así tal cual la pedimos, y nos la decoraron (ya que era un poco feucha) por un euro más. Nos quedó un regalo monísimo.
En total nos gastamos 7,50€ por persona, que diciendo verdad, fue más de lo que pretendíamos, desde cuando son tan caras las plantas...?
Al día siguiente lo llevamos a planta y nos lo agradecieron enormemente, dijeron que la planta era preciosa y el panettone bueno... lo guardaron para otro día. 

Balance general

Una vez terminadas las prácticas es hora de pararse a pensar.

Tras estas primeras cinco semanas toca hacer balance de todo lo ocurrido, toca ponerse a pensar en todo lo aprendido, lo que hice bien y lo que hice mal, y por supuesto, pensar en lo que puedo mejorar.

Es sábado, estoy en mi casa, tirada en el sofá y pienso en todo por lo que tuve que pasar durante este mes, todos los cambios y todas las experiencias. Desde el comer a la una de la tarde toda apurada y cualquier cosa (generalmente pasta, arroz y filetes, ya que es lo más fácil y sobretodo rápido de preparar), hasta el llegar a casa, sin ganas de nada (ni siquiera de salir de fiesta) y sólo pensar en el pijama y una buena taza de ColaCao calentito.

Este mes experimentamos de primera mano lo que es tener un trabajo y sobretodo lo que es tener la salud de una persona en tus manos. Mientras lo haces no eres consciente de que muchas personas mejoran cada día y se pueden marchar a su casa gracias a tus cuidados. No te das cuenta de que entrar en una habitación con una sonrisa en la cara ya les puede alegrar a pesar de lo enfermos que puedan estar.

Yo ayer me di cuenta de todo esto, más que nunca. Nos convertimos en un confidente con los pacientes, alguien en quien pueden confiar. Depositan su vida en tus manos, en el más amplio sentido de la palabra y yo sólo les puedo estar agradecida. No es mentira lo que se dice por ahí, "no hay mejores pacientes y más agradecidos que los de onco", lo puedo asegurar de buena mano. Con los que más trato tengo, es decir, los que llevan más tiempo en planta ya sabían que me marchaba y me llenaron de elogios, besos y abrazos. El momento más tierno ocurrió cuando una señora, con lágrimas en los ojos me dijo que me iba a echar en falta y que le daban ganas de secuestrarme y llevarme para su casa para que le siguiese alegrando las tardes.

Me voy con muchos conocimientos enfermeros, pero sobretodo con todo el cariño que pacientes como esta señora me demostraron a los largo de mis cinco semanas de prácticas en el 5ºA (ONCO-UMAP)
 



viernes, 18 de noviembre de 2016

Último día de locos

El último día en la planta de digestivo ha sido de locos. Normalmente es una planta muy tranquila y el trabajo no se suele acumular salvo días excepcionales. Pero es que ayer no es que fuese un día excepcional, si no que había enfermeras que no supieron manejarlo. 
El personal habitual de la planta había organizado una cena para ese día, así que todas las que tenían turno de tarde pidieron el día libre y en su lugar llegaron tres sustitutas que parecía que no tenían idea de cómo funcionaba una planta hospitalaria. Menudo desastre.
Las chavalas acabaron de repartir la medicación de las 4 y se sentaron "mientras mi alumna trabaja" (me encanta la gente que piensa que en vez de enseñarnos, nos tiene que mandar hacer), recalquemos que yo fui "mi alumna" toda la tarde, mi nombre era inexistente. Y una vez acabamos, se acordaron de los ingresos, anda, los ingresos! En mis habitaciones había nada más y nada menos que tres, y a la buena de la señorita no se le ocurre mejor cosa que reclamarlos los tres a la vez! ¿Alguien ha visto tal cosa? Total, que llegaron los tres ingresos al mismo tiempo, y la buena de la chica se vio apurada.
¿Adivináis quien tuvo que ir a ver a los tres, preguntarles sobre alergias/comidas/prótesis/autonomía, quién tuvo que anotar sus constantes, sus sueros, sus vías, y quién tuvo que hacer las escalas no...? ¿Lo adivináis? Correcto, "yo voy a descansar mientras mi alumna trabaja". Mire, "su alumna", señora enfermera, tiene un descanso a las 6 para ir a merendar, cosa que lleva usted haciendo toda la tarde.
Evidentemente no me preocupé ni lo más mínimo por que los ingresos estuviesen bien registrados, con todas las escalas bien hechas etc, por el contrario, me preocupé por hacer que posteriormente ella lo tuviese que revisar y corregirlo. Mi compañero de prácticas me ayudó para que el trabajo se hiciese más rápido y ameno, y a las 19:30 nos tomamos nuestro descanso (hasta las 19:45..).
Cuando volvimos a planta mi enfermera asignada me estaba esperando para empezar a repartir la medicación y que yo fuese a hacer todas la glucemias y a pinchar todos los clexanes que había para esa noche. 
A las nueve menos cuarto nos fuimos, y no esperamos ni a pedirles permiso. Las despedidas sin avisar son siempre las que mejor se digieren.

Lo bueno siempre se acaba

Hoy fue mi último día de prácticas y también el más emotivo.

Al igual que el resto de la semana la tarde fue muy tranquila, poca medicación, sin ingresos y con los pacientes bastante estables, dentro de lo que cabe. Hoy ni siquiera pitaban las bombas de infusión. En medio de esta calma, poco habitual durante el resto de las prácticas, tuvimos tiempo para charlar con los enfermeros. Bueno, más bien para charlar con Paco, porque los otros dos poco caso nos hicieron.

Él, con su sarcasmo diario al que ya estábamos acostumbradas, nos agradeció los bombones y también una tarjetita que les dimos, la cual él mismo colgó en el corcho. En el fondo seguro que nos va a echar de menos. En tono de humor, que es lo que lo caracteriza, nos dijo que solo se iba a acordar de nosotras la primera semana porque iba a tener que  hacer él todo y lo de levantarse tantas veces de la silla no lo lleva demasiado bien.

Antes de la merienda se pasó por la merienda el supervisor, Carlos, para hablar con nosotras y darnos las enhorabuena por las prácticas ya que todos les habían dicho cosas buenas de nosotras. Después de esto añadió. "En cuanto a la nota, tenéis que repartir un 27 entre las tres, a ver si os llega". Obviamente nos llega y nos sobra. Ya nos habían comentado que íbamos a tener buena nota, pero para nada contábamos con un sobresaliente por lo que nos vamos para casa más contentas que unas castañuelas y esperando con ganas a que llegue abril para empezar otra vez, eso sí, en un sitio diferente.

Despedida

Nunca fueron faciles

El último día en el hospital parecía tranquilo. Poca medicación, pocos calmantes, pocas quejas y pocos ingresos.
Me encantó el hecho de empezar igual que acabamos. Cada alumna de prácticas con su enfermera del primer día en un día de prácticas rutinario: medicación, calmantes, registros en el gacela, problemas con el sillicon, papeleo de ingresos... Poco más.
Eso sí, alguna lagrimilla vimos. Luisa, mi primera enfermera y la última de estas prácticas se despidió con un tierno abrazo y con un "mira que son tontiñas estas niñas" por regalarles a modo de detalle una flor de pascua para que decore la sala de descanso, ya que se acerca la navidad.
Pero sinceramente, me emocionaron más algunos pacientes. Una de mis favoritas, la 4.
-Modesta, qué tal está hoy?
-Mal
-Y eso? Qué le pasa?
-Esque hoxe se me vai unha amiga...
Y momentos como estos son los que me llevo en el corazón, junto con todas las enseñanzas de las enfermeras de trauma.
O su hija dándome las gracias por el trato, por ser tan "riquiña" y por "falar tanto". También con las sonrisas de la 3 y de su madre y su marido, despidiéndome y diciéndome "suerte linda, y muchísimas". Muchísimas es una palabra que me han dicho un montonazo de veces. Muchísimas son las gracias que le debo a las enfermeras del 4A y a mis compañeras de prácticas.
Y volveremos en abril!

La primera vez

En una planta como cirugía no solemos ver muchas muertes. Por eso, al contrario que algunas de mis compañeras, no había vivido ninguna muerte en planta hasta hoy. Se trataba de un paciente de 83 años con insuficiencia respiratoria, al que ya habían sedado ayer pues no quedaba nada más por hacer.  En cuanto la familia vino a avisar, se le realizó un electrocardiograma para confirmar que no había pulso, y un médico confirmó la muerte. Después, la funeraria se hizo cargo del cuerpo.
Ha sido una experiencia extraña, pues, aunque sabía que era inevitable, no es algo agradable que comunicar. La enfermera que estaba conmigo, me dijo que no debía temer a la muerte, que es algo natural y que no pasa nada.
Por supuesto, esto lo dice alguien que lleva trabajando en esta profesión 27 años, y ya está curada de espantos.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Mi primer desastre intramuscular

Hace dos días pinché mi primera inyección intramuscular, qué sensación. La pobre de la señora en cuestión era una viejiña súper mona de unos 70 y pico años, más buena que el pan... y menos mal. 
Mi enfermera asignada, introduciéndome a la buena nueva, me preguntó si alguna vez había pinchado este tipo de inyección, y le dije que no bastante asustada "No se atreverá a mandarme a mi", pensé (erróneamente).  Así que me dijo: "Vale, pues vamos a practicar", y me metió en la despensa de la planta, con todos los pijamas, mantas, sábanas, etc, a practicar con una almohada. Cogió una aguja intramuscular y jeringa, y me empezó a explicar. Esta enfermera es un auténtico cielo, y se encarga de que entiendas todo a la perfección además de enseñarte los mejores trucos para que al paciente no le duela, y por lo tanto, no se te queje y no te mire mal cuando vayas a pincharle un segundo día. 
Me explicó que hay dos posiciones para colocar al paciente cuando vas a realizar este procedimiento, acostado boca abajo (demos por obvio que la pincha va a ser en una nalga, es el lugar más recurrido ya que siempre llegas al músculo, al contrario que en brazo, que hay señoras con mucha grasa) o bien de pie, que es la mejor opción ya que la persona tiene tres puntos de apoyo: los dos brazos y la pierna en la que no le van a pinchar, de esta forma conseguimos que el músculo de la nalga sobre la que pinchamos esté relajado. Posteriormente me explicó el caso de las famosas palmaditas, que todo el mundo hace mal y además, ridículamente: "A veeer ese culito *palmadita* *palmadita* *pinchazo*", no, error. No se trata de dar palmaditas porque sí en el lugar en que vayas a pinchar, porque los pacientes que están acostumbrados saben que después de las dos cachetadas viene el pinchazo, y ya se ponen tensos. Se trata de distraer al dolor para que el paciente no note la pincha, y esto se hace dando un golpe seco es una superficie distinta a la que vas a pinchar, esto es, un poco más arriba por ejemplo; de esta manera conseguimos que el dolor se concentre en ese sitio mientras pinchamos, y así el paciente no lo nota. 
El caso es que estuve practicando dicho movimiento de *golpe seco, pinchazo rápido" unos 5 minutos, y cuando llegó la hora me quedé fría. Fuimos a la habitación en cuestión, pedimos a la señora que se colocase de piel tal y como expliqué anteriormente, y procedí. Primero se purga la aguja y se retira de la jeringa, para que el movimiento de pinchar rápidamente sea más cómodo. Di el famoso golpe seco y me quedé quieta, "mierda, le acabo de dar el golpe y no clavé la aguja" (hay que reconocer que es una inyección que siendo la primera vez da un poco de impresión), y tras pensar esto clavé de repente, pero ya unos segundos después del golpe, o sea que no le sirvió para nada, eso sí, la señora ni se inmutó. Coloqué la jeringa, comprobé que no estaba en vena (súper importante en este tipo de inyección) e introduje el medicamento. La extracción de la aguja debe ser, igualmente, un movimiento rápido. 
Al salir de la habitación, comentando cómo lo había hecho con la enfermera, me dijo "Sí, tu en vez de evitarle el dolor le causaste dos: el golpe y el pinchazo. Pero no te preocupes, yo la primera vez que pinché una intramuscular fue a un cura, y se cagó en Dios, eso no lo superas". Después de escuchar
eso solo piensas: qué maravilla de pinchazo, qué bien lo hice...

Nadie mea aquí o qué?

Al igual que un día fue el día de las vías, hoy parece que toca el día de las sondas.
En esta planta puede haber muchos problemas con este tema.
Los pacientes que suben de quirófano vienen con la sonda vesical incorporada. Son pacientes que las operaciones a las que son sometidos les suelen restar mucha movilidad, si es que no se la anulan por completo; por lo que orinar por uno mismo está totalmente descartado.
Normalmente al día siguiente o a los dos días se les retira y estos pacientes quedan "pendientes de micción espontánea", es decir, controlados. Se controla porque en ocasiones tras retirarlas, las vejigas se van llenando pero no mea ni Pepito. Por lo que hay que volver a poner una sonda permanente o al menos una de vaciado que les alivie.
Escribo mientras me bebo un zumosol de piña en el descanso de hoy en la cafetería porque en lo que va de tarde ya hemos sondado en 3 ocasiones. Dos pacientes necesitaron una sonda de vaciado, y otro una permanente de nuevo. Mis primeras sondas vesicales.  Qué emoción! Es algo que me da mucho respeto porque yo también lo he sufrido y es realmente molesto.
Bajo merendada a ver si alguien más necesita un tubito que le ayude a desahogarse.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

"Pellízcame como si fuese tu suegra"

Ayer, como en cada ronda de medicación (en este caso, aunque no tenga mayor importancia, la de las 8 de la tarde), entré en una de las muchas habitaciones para pinchar una heparina a uno de los muchos pacientes. Pero este era diferente, y a decir verdad, un poco especial. 
Nada más entrar en dicha habitación el hombre en cuestión miró desafiante la jeringa que llevaba en mano: "¿Eso es para mi?". Cuando te hacen esa pregunta ya estremeces porque sabes que no será fácil. "Sí, es para usted, hay que poner la pincha en la barriga", dices tú con la mayor dulzura y educación del mundo mundial, así como si le fueses a transmitir ánimo por decirlo de esta manera. "¿Y me vas a pinchar tú?", otra de las preguntas que más odiamos los de prácticas, siempre pensamos 'Siiiii, le voy a pinchar yo, y qué, lo hago superbien!', cosa que evidentemente nunca decimos. "Sí Ramón, le voy a pinchar yo", "Vale vale vale, pues te voy a dar unas instrucciones". Whaaaat...? Me va a dar instrucciones, pongamos atención en lo que dice que esto seguramente valga para hacer una entrada del blog, suena interesante. "Me tienes que pellizcar tan fuerte que no note el pinchazo, por favor, clávame las uñas, aprieta como si te fuese la vida en ello, pellízcame como si estuvieses matando a tu suegra (obsérvese el aprecio que debe tener este señor a la pobre de su familiar), por favor te lo pido, por favor por favor, lastímame mucho, tu por eso no te preocupes, pero que no note el pinchazo". Y tú con una cara de tonta y de risa intentado no salir a la luz, te atreves a preguntarle: "¿Pero tanto le duele?", "¡No, es que me da grima!" Bueno... pues que no sea por pellizcar. 
Agarré con ganas la barriguilla del señor, y soltó un: "Así así así muy bien muy bien muy bien", que aquello parecía un teatro de drama más que el pinchazo de una heparina, y clavé la aguja mientras se estremecía y cerraba los ojos con la fuerza de todo su ser. "Ale ya está, ¿fue para tanto?" "De maravilla lo hiciste, qué bien pellizcas, la mejor de todas!" Bueno anda, yo que llevo años intentando buscar mi habilidad (por eso de que se dice que todo el mundo tiene una), y ahora me encuentro que aún va a ser pellizcar, muy teatreros son algunos pacientes...

Exitus

Como su propio nombre indica

Un exitus es una salida, una ida; alguien que sale, que se va y ya no vuelve. Un exitus es una muerte, un fallecimiento. En una planta como trauma no son muy comunes; de hecho echando un vistazo al registro de altas e ingresos desde junio de este año, no encontré más de 5. Nadie se muere por romperse la cadera o por una operación de menisco. Pero sí se mueren pacientes de trauma con mayores complicaciones, o con complicaciones a mayores.
Lo que ocurrió fue lo siguiente: un acompañante nos avisó para que fuésemos a "comprobarlo". Esto fue un hombre de unos 50 años con los ojos llorosos. Mi enfermera de ese día me preguntó si iba con ella, y he de reconocer, aunque me sienta mal, que en parte fui por curiosidad. Es lo que tiene ser estudiante.
El paciente en cuestión era de aislados, por lo que entramos con guantes y mucho cuidado.
Efectivamente, el paciente se acababa de "ir". Simplemente dejó de respirar poco a poco. Su hijo, se despidió y se disculpó al baño, dejándonos actuar.
Comprobamos que no había pulso, parecía que su corazón latía... pero era el marcapasos dando sus últimos golpes. Le cerramos la boca y vimos que sus pupilas ya estaban completamente dilatadas, y le cerramos los ojos a modo de último adiós. Procedimos a desconectarle de la mascarilla de oxígeno, le quitamos la sonda vesical y las vías, recogimos todo, pasamos una sábana blanca por encima, todo con calma y despacio, no hay prisa; y es una forma de respetarlo. Dimos el pésame por última vez al familiar y salimos.
La imagen fue como en una película, me sentí como saliendo a cámara lenta, en camino de un médico que certificase la hora de la muerte.
Y así es la vida, a veces te da alegrías y otras veces te las quita. Mientras un familiar llora la muerte de su padre, otro celebra entre risas que su mujer vuelve a casa porfin.

Cómo tenian razón

En una entrada anterior, expliqué como un paciente había mejorado muchísimo muy raidamente, y como las enfermeras decían que era el preludio a su muerte. Pues bien, tenían razón: cuando llegué esta mañana a planta, la habitación estaba vacía. Rezando porque la respuesta fuese" le han dado el alta", pregunté por el paciente. Respuesta: ha muerto esta noche.
También me explicaron que desde que lo habían conectado la bipap, las enfermeras de la UCI aconsejaron que se le sedase directamente, pues nunca iba a poder vivir sin el respirador. Ellas también tenían razón.
Lo más difícil de sobrellevar ha sido ver como el señor luchaba por mejorar. El era el que pedia que le desconectasen la máquina, para intentar respirar por si mismo. Como siempre, las enfermeras te dicen que son gajes del oficio y que te tienes que acostumbrar, aunque non creo que nunca llegue a ser algo fácil de asimilar.

La burocracia

Hoy, y como todos los miércoles, en planta hay cuatro enfermeras en vez de tres, ya que la carga de trabajo es mayor debido a las " peonadas" ( cirugías que se pagan mejor). ¿ qué ocurre cuando son las cuatro y media y la enfermera no ha llegado? el caos absoluto. Los pacientes no están asignados, nadie quiere hacerse cargo de ellos y la medicación y los cuidados no pueden esperar más. Tras varias llamadas, se descubre que a alguien se le ha pasado contratar a la cuarta enfermera. Cuando por fin llega, la pobre se encuentra con todo su trabajo sin hacer. Menos mal que entre las de prácticas y ella conseguimos solventarlo.
Como dicen siempre las enfermeras " como se nota que los administrativos no están nunca en planta"
Aquí vemos una descripción gráfica de las enfermeras preguntando por la cuarta enfermera:

Las medidas de asepsia son los padres

Si algo nos han dicho hasta la saciedad en la universidad, son las medidas de higiene y asepsia para evitar infecciones en los pacientes. Cosas como lavarse las manos cada vez que se entra y se sale de una habitación, nada de pendientes, uñas cortas y sin pintar, pelo recogido y un largo etc fueron repetidas por nuestras profesoras como si fuesen mantras.
Si algo hemos aprendido en estas prácticas, es que las medidas de asepsia no se cumplen con el rigor que nuestras profesoras nos contaron el año pasado. Melenas al viento, manos llenas de anillos y con la manicura de un precioso color fucsia inundan la planta del hospital. Los guantes solo para ocasiones especiales como.... mmmm..... poner una sonda vesical, y lavarse las manos, sólo si el paciente es aislado.
Lo mejor es cuando te dicen" yo lo hago así pero tú no lo hagas así", a sabiendas de que lo que hacen no es correcto, pero les da igual

martes, 15 de noviembre de 2016

Historia de "amor"

Cuando pensaba que ya no me podían pasar más cosas en la planta, a tres días de acabar van y ¡se me declaran! Yo no daba crédito.

El chaval, no muy agraciado el pobre, todo hay que decirlo, debe ser hijo (por la edad) de una de mis pacientes con metástasis cerebrales. Yo lo conozco porque llevo a su madre desde hace un par de semanas y él suele estar allí, sobretodo a la hora de la merienda. Hoy le fui a tomar los controles habituales a la señora, a la que voy a llamar María aunque ese no sea su nombre de verdad. Pues mientras yo le miraba la temperatura a María, el chico salió de la habitación (ni que le fuese a colocar una sonda rectal o algo por el estilo). Acabé, salí de la habitación y oí un 'ps', miré y era él. ¿Quería algo?-Le pregunté. "Si mira, lo primero ¿cómo te llamas?"-(he de decir que llevo mi nombre puesto en la acreditación en un tamaño que hasta un ciego lo podría leer). Le dije mi nombre, pensando que lo que querría, y por otro lado lo más lógico, sería preguntarme algo sobre la paciente, porque además mañana va a ser intervenida quirúrgicamente. "Alba, ¿no te apetecería algún día tomar un café conmigo?" No sabía dónde meterme, pero consiguí decir un "No", claro y conciso, con la mejor de las sonrisas, eso sí, que las formas no hay que perderlas nunca, ni siquiera en estos casos.
Mi cara cuando me hizo la pregunta



Corrí a contárselo a mis compañeras de prácticas al control y allá fueron las dos a ver al chico, que les faltó meterle un dedo en un ojo para certificar que era él y no otro. ¡Qué vergüenza! Menos mal que a esa señora la operan mañana y pasa a la planta de neurocirugía, así que con suerte no me vuelvo a cruzar con su hijo.
                                   

¿Por qué se muere más gente los fines de semana?

Estos días me he parado a pensar que en estas cinco semanas que llevo de prácticas nunca he visto a nadie morirse, pero sí he visto a gente terminal que decidía irse a casa o bien enviaban a paliativos. También he llegado algún lunes y me han dicho: "Se han muerto este, este y este". Y con este hecho me han surgido dos dudas:
1. ¿Dónde se muere más gente: en casa o en el hospital?
2. ¿Se muere más gente los fines de semana?
Y como persona curiosa he decidido investigarlo:
En cuanto al punto número uno no he obtenido grandes respuestas, ya que tampoco es lo mismo trabajar en la planta de digestivo, donde lo común es que no fallezca ningún paciente, que en la planta de paliativos, en la que están ingresados para morir. 
Pasando por lo tanto al segundo punto me he encontrado con una respuesta muy curiosa, y efectivamente, está comprobado que durante los fines de semana se muere más gente, y hay unos determinados motivos. Dejo el link de una noticia del ABC en la que precisamente abordan este tema: http://www.abc.es/sociedad/20150608/abci-muertes-aumento-fines-semana-201506051716.html . En dicha noticia se dice que la atención en fines de semana es menor que en días laborales, y que además, los pacientes con problemas más graves (según estadística) llegan los fines de semana, justamente cuando los hospitales están peor equipados para atenderlos. Estos pacientes que ingresan sábados o domingos tienen una media de mortalidad un 10% mayor que aquellos que lo hacen por semana. Todo esto se debe principalmente a la falta de personal estos dos días, ya que habitualmente tan solo está el médico de guardia, y no se dispone por ejemplo de un cardiólogo, un neumólogo, etc...
Como propia conclusión he llegado a la misma a la que llegarían la mayoría de las personas que leyeron esta noticia: ¿De verdad está permitido que en un hospital se reduzca la calidad de atención y asistencia en fines de semana? Tratamos con personas, y no con informes que puedan esperar al lunes para ser cubiertos. 

pacientes con poca paciencia


Hoy he ido a cogerle una vía a un señor que acababa de ingresar. El señor fue muy amable conmigo, a pesar de que le rompí la vena, me animó mucho, me dijo que no pasaba nada que así era como se aprendía, que probara otra vez si quería, que no me pusiese nerviosa, él no se iba a quejar. Aunque no era plan de dejarlo como un colador, así que llamé a la enfermera para que le cogiese la vía ella.
Mientras me iba pensando como hacer una entrada sobre este señor tan amable y como todos los pacientes deberían ser así, me encontré con la cara opuesta.
Entré en una habitación donde una chica le estaba explicando a una paciente, supongo que su familiar, que le había pinchado un estudiante. A un volumen en el que se le escuchaba perfectamente, y conmigo en la habitación ( un detalle por su parte) explicó como " la aprendiz" ( así la llamó ella) le dio un montón de palmetazos, le había intentado recanalizar la vena y como le había dejado moretones. Terminó el relato con un contundente " le dije que contratasen un maniquí, pero a mi que no me toquen"
Por favor, que alguien le explique a esta iluminada que lo de los maniquís ya se hace y que en algún momento de nuestra vida será la primera vez que pinchemos. Ah, y que no suelte esas cosas en un hospital UNIVERSITARIO. La propia paciente, mirándome abochornada, le dijo a la susodicha que era una maleducada y que era de muy mal gusto lo que había dicho. Yo hubiese usado otros adjetivos.
 El siguiente GYF representa como me sentía escuchándola:

Habitaciones VIP

Un poquito de pofavóh

En la planta de trauma estamos haciendo las prácticas tres estudiantes de 2º de enfermería. Hay 18 habitaciones y tres enfermeras por turno, así que las habitaciones se dividen en: primeras (1-7), medias (8-13) y últimas (14-18). Yo siempre me he encargado de las primeras, que son habitaciones dobles todas. En varias ocasiones escuché comentarios y bromas sobre las "habitaciones vip" y un día me dio por preguntarle a una enfermera con la que tenía la suficiente confianza.
Lo son, definitivamente. A partir de la 9 todas las habitaciones son triples, y además, en comparación, mucho más pequeñas. En mis habitaciones hay más espacio, en muchas ocasiones el paciente está sólo en la habitación, tienen un gran ventanal, por lo que pueden ventilar la habitación de maravilla, y demás comodidades con las que los demás no cuentan.
Pero aquí viene lo gordo. Son habitaciones vip, sí, pero sobretodo, habitaciones de enchufados. El primer día de prácticas, al entrar en mi primera habitación con mi enfermera Luisa, ya habría otras dos allí. Supuse que algo grave le pasaba a la paciente, pero no, eran sus hijas!
En otra habitación tuve a una señora cuya hija era algo... avinagrada... Pues bien... era la de recursos humanos del hospital.
Tuve también novios de enfermeras, un hermano de una enfermera, una madre de una doctora, más madres de enfermeras, un padre, y recientemente me enteré de que mi paciente favorita es amiga desde chiquilla de una enfermera de trauma que suele trabajar en el turno de mañana. Hasta le traen comidas "vip" y todo!

A parte del cochino nepotismo que se deja entrever en ciertos trámites de asignación de habitaciones y camas (las mejores son las de al lado de la ventana), lo peor son los acompañantes no tan encantadores que están junto a estos pacientes vip. Si tu madre ya está bien, la operación y el postoperatorio han ido bien y tan sólo está con calmantes y en observación, porque no te la llevas a casa?

Me refiero, tiene todo el derecho del mundo a recibir atención sanitaria pero si eres enfermera de, por ejemplo, pongamos, obstetricia, por qué atiendes tú a tu madre en vez de dejar que la atiendan? Porque entrar en una habitación y que te saquen el material de las manos (literalmente, no se cortan un pelo) para hacerlo todo ellos no tiene mucho sentido.
El colmo fue hoy, cuando una paciente estaba taquicárdica y la hija de su compañera de habitación se puso a tomarle la tensión y hacerle una pulsioximetría. La taquicardia me dio a mi cuando presencié la escena.
Lo peor es, que aún encima, muchas veces cuestionan lo que haces.
¿Pero que le estás poniendo a mi madre tú?- Me replicó una de las eminencias. Pues mire señora, unos doctores maravillosos como usted le han pautado x antibiótico, y si ellos lo consideran, se lo tendré que poner; ahora si usted no quiere, va y lo discute con ellos o bien no se lo pongo y se hace usted cargo de las consecuencias.
He llegado a ver a enfermeras acompañantes, que no trabajan en esta planta, entrar en el control como Pedro por su casa y coger calmantes, agujas, sueros, esparadrapo y hacerles de todo a sus hermanos/novios/madres/padres/amigos. Pero vamos a ver, qué es esto! Atiéndanlos ustedes en sus casas si consideran que en el hospital nadie sabe hacer nada!
Buenas e indignadas noches.
Que
indignación
de
verdad

lunes, 14 de noviembre de 2016

Día Mundial de la Diabetes

Como el 14 de Noviembre es el Día Mundial de la Diabetes, voy a contar las anécdotas que me pasaron en el hospital referidas a este tema.

Medir la glucemia es algo rápido y sencillo, un pequeño pinchacito en el dedo y listo, en 5 segundos la maquinita te dice el nivel de azúcar en sangre. Pues esto hay gente que no lo comprende. "Señor, voulle dar un pinchaciño nun dedo" y me levantan el pijama o el camisón "non señor, é nun dedo, que é para mirar o azúcar". Después está el típico que le tiene tanto pánico a las agujas que ni eso se deja pinchar. "Déixeme un dediño" "Ai non, que eso doe moito". Por no hablar del entendido en materia "eu sempre o tiven ben, o médico non me dixo nada, así que non me pinches".

Sin duda, una de las mejores fue la de un señor que no se dejaba pinchar porque la máquina no era como la que tenía el en casa y que sus lancetas (agujas) eran grises y no amarillas, que a ver por qué se las teníamos que cambiar. "Esas seguro que contan mal, seguro que me da que teño de máis" Si señor, seguro que el color de la máquina o de la aguja influye mucho en su nivel de glucosa en sangre.

Después tuve la típica señora que según ella nunca tuvo el azúcar alto y además no le gusta el dulce, eso sí, la gelatina de fresa que pide todas las tardes en lugar del yogur desnatado no se la quita nadie. Pues esta mujer nos aseguraba que éramos nosotros los que le dábamos algo para que le subiera, que seguro que era alguno de los medicamentos que le poníamos. Hay veces que es mejor ser sordo y no oir algunas barbaridades.

Y, como no, no pueden faltar los piropos a la hora de poner la insulina "Teño o azúcar alto porque eres tan dulce que me sube solo de mirarte", "É culpa túa guapiña, que me subes ata o azúcar", "E que con bombóns coma ti normal que teña 400 de glucemia". Con tanta 'pastelada' al final soy yo la que se va a casa hiperglucémica perdida.




El equipo más importante

La relación entre el personal sanitario es una de las cosas más gratificantes que me he encontrado en el hospital. Muy lejos de todo estereotipo, en la planta de digestivo (y hablo por esta porque no se si en el resto del hospital se da el mismo caso) todo el personal colabora y se lleva bien entre sí. Cada uno hace su trabajo sin despreciar el del otro y esto hace que la planta sea un lugar agradable y cómodo para trabajar.

Las enfermeras con las que trabajamos, en la inmensa mayoría de los casos, son un auténtico amor, sonríen y se llevan bien con toda la planta. Con auxiliares y celadores hay una relación muy cercana, y se trata a todo el mundo por igual. Con los médicos, aunque aquí ya hay mayores excepciones, la relación también es muy buena, llegan enseguida en cuanto se les llama, son amables con el paciente y amables con las enfermeras y resto del personal. He visto a pocos que se considerasen "superiores" y repartiesen su ego en su desfile por la planta, pero ojo, que también los hay (y son los que mejor se distinguen).

Me da la impresión de que todo el mundo está satisfecho con su trabajo, le gusta e intenta hacer de eso una ventaja para el resto del equipo sanitario. En pocos lugares he notado una conexión tan especial como la de este equipo, y es que el moverse por las personas es una meta que tiene que conllevar no solamente la ayuda al paciente, si no la ayuda entre todo el personal que trabaja para su mejora. 

Cachivaches

Parecidos razonables con Eduardo Manostijeras

Bueno, como ya he dicho mil y una veces, estoy en la planta de trauma y os aseguro que en ocasiones los pacientes que suben de quirófano parece que los ha atendido un mecánico en vez de un cirujano.
Os lo explico.
En trauma, en muchos tipos de lesiones óseas se colocan fijadores externos. Los fijadores externos son unos armatrostes que se colocan en quirófano y a simple vista, impactan mucho- ¿¡Pero qué le han puesto en la pierna a José Joaquín!? -Fue mi primera reacción al ver por primera vez de cerca un fijador de tibia. Estos mecanismos son un conjunto de alambres, clavos y barras de metal situado por encima de la piel, y que está unido al hueso; provocando su estabilización.

Este tratamiento terapéutico se aplica en quirófano, la mayoría de las veces con anestesia general; aunque en ocasiones utilizan anestesia local, no es lo ideal.
Lo malo es que se suman las complicaciones y riesgos de cualquier 
operación; juntos con los del empleo de la anestesia general y con el extra del dolor e incomodidad que un fijador implica. Los pacientes, en el postoperatorio deben guardar especial cuidado con las posturas y los movimientos que realizan. Para colmo, siempre se pide una placa al día siguiente para comprobar su correcta colocación (rx de control)
Tengo que decir que lo que más me llamó la atención de casi todas las prácticas fue un hombre con halo. 

Un halo, o halo-jacket es la conjunción entre un fijador externo craneal y un chaleco que ayuda a su fijación. 
Por lo que vi, esto causa grandes incomidades más que dolor. El paciente nunca llega a apoyar la cabeza, ya que los clavos se lo impide, por lo que les es muy difícil descansar, y ya no digamos conciliar el sueño. 
No permite girarse, por lo que están las 24 h mirando hacia arriba. El paciente que atendí que tenía halo me comentó que limpiaban muy bien las juntas del techo de las habitaciones, el pobrecillo no tenía para donde mirar.
El postoperatorio inmediato exige un gran autocontrol y una paciencia infinita para soportar las posiciones iniciales, luego más adelante ya adquieren más independencia, al poder deambular por sí solos y demás.
Hoy será un nuevo día en el hospital, con cuantos transformers me encontraré hoy?

domingo, 13 de noviembre de 2016

Familiares de toda clase

Hay familiares de muchos tipos, los que te dejan hacer de todo porque estás de prácticas y tienes que aprender, y los que literalmente te piden "que no vuelvas a practicar con su madre", o más bien, se lo piden a tu enfermera asignada: "Mire ha hablado usted con el médico verdad? Sabe que mi madre está en estado crítico? Pues no vuelva a mandar a las de prácticas a pincharla." Y todo por haber fallado la primera y tener que probar a sacar la analítica en otra vena. ¿No entienden los familiares que de donde no hay venas no se pueden sacar? Y es que lo mejor de lo mejor es que una hora más tarde hubo que volver a sacar otra analítica a la misma mujer, esta vez por supuesto los de prácticas no asomamos ni la cabeza, lo hizo todo el enfermero, pero tuvo que pincharla dos o tres veces porque no era capaz de dar con la vena! Obviamente a él no le dicen nada, solo faltaba: "Señor enfermero, no vuelva usted a practicar con mi madre."
Y es que que gusto cuando te encuentras con este tipo de familias que te dicen: "Pincha mujer pincha! Que a mi no me duele nada y tienes que practicar!" O aun mejor, cuando tu enfermero asignado está decididísimo a pinchar él y el enfermo suelta: "Pero que me pinche la de prácticas! Que tu ya sabes!" Qué devoción tenemos en el hospital por este tipo de personas, dan ganas de achucharlos y soltarles un: "¡Por fin alguien que me deja aprender!"

¡Abre los ojos!

El turno de noche

El turno de noche eleva el riesgo cardiovascular (http://www.consejogeneralenfermeria.org/index.php/sala-de-prensa/noticias/item/12336-el-turno-de-noche-eleva-el-riesgo-cardiovascular). No, no es ninguna broma ni una exageración. Un estudio realizado en enfermeras norteamericanas confirmó los dichos: trabajar en turnos de noche eleva la mortalidad en un 11%.
Veamos algunas de las razones de porqué este turno es el más polémico.
El turno de noche comienza a las 10 de la noche y acaba a las 8 de la mañana. Suele empezar antes, ya que las enfermeras de noche tienen que hacer el cambio de turno con las enfermeras de tarde.
El turno de noche implica, entre otras cosas: atender a más pacientes de lo habitual, ser más paciente de lo habitual, poner más medicaciones y calmantes de lo habitual, llamar mil veces al celador y auxiliares, esperas eternas por el MG (médico de guardia)... Cambiar camas, poner pañales, poner y quitar cuñas... cosas que corresponden a la auxiliaría, pero todo el personal sanitario está desbordado.
Se empieza con una primera ronda de constantes, para ver qué tal están los pacientes, retirar la medicación terminada y vamos, tantear el terreno para ir sabiendo que augura la noche.
El turno de noche, se resume, en una competición entre los pacientes para ver quién pulsa antes o más rápido el timbre.
Es muy gracioso ver cómo se organizan las enfermeras, auxiliares y celadores de mi planta para el turno de noche con la comida:
-A mí me toca el café
-Yo traigo el embutido!
-Yo compro algo rico dulce, de postre
-Joe, no podíamos montar una ensalada entre todos?
-Ignoración-
-Buf, tengo que comprar tabaco
-Mira cariño (a una enfermera nueva en planta) tú puedes traer el pan y algo de fruta, lo que hacemos es cenar sobre las 12 y cada día trae cada uno una cosa
Me hace mucha gracia ver las fotos de las cenas de navidad, fin de año, reyes y así de este control de enfermería, algunas cenan mejor que la mayoría de gente en sus casas!!!!

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         

Si eso para amenizar el turno, amigos, parejas y familiares suelen adjuntar fotografías saliendo de noche, en fiestas, cenas, locales... Vamos esas cosas que una enfermera no suele poderse permitir por falta de tiempo (para dormir)
Y cuando por fin dan las 7:30 y parece que todo ha acabado, parece que llega el descanso... ¡A registrar todo!

La mejoría

Como en el Hospital de Conxo la planta de neumología está cerrada, los pacientes de esta especialidad son ingresados en la planta de cirugía plástica. Así llegó a nuestra planta el paciente de la habitación x+15, del que ya he hablado. Ha pasado unos días bastante malos, bradicárdico y sin apenas poder respirar por si mismo.
Sin embargo, entre ayer y hoy parecía que empezaba a mejorar. Yo me alegré mucho, hasta que escuché a una enfermera comentar con otra que estaba con " la mejoría de la muerte". Me intrigó tanto ese comentario que cuando llegué a casa incluso lo busqué en internet. A continuación os dejo el enlace que visité:
https://hipertextual.com/2015/04/la-mejoria-de-la-muerte
¿ Será verdad que esta aparente mejoría es el preludio de su final? Espero que no, y que las esperanzas, tanto del paciente como de su familia, no sean en vano.

Todo se va apagando

El día que empecé las prácticas tuve mi primer ingreso. Un señor de no más de 60 años, de estatura media, ni muy gordo ni muy delgado. Entraba por un mal control del dolor ya que tenía cáncer de pulmón. Al visitar al paciente lo vimos francamente bien, el señor se reía, bromeaba y charlaba muy animado. Pero la realidad, poco a poco me fui dando cuenta de que era muy distinta.

A pesar de ver al hombre paseando con su mujer y el resto de la familia por el hospital, a la hora de repartir la mediación pude observar la cantidad de mórficos que le eran administrados, por eso aparentemente se le veía tan bien, porque no podía tener dolor. 

Con el paso de los días fui cogiendo confianza con él y con su familia, hasta el punto de que me enseñaban fotos de sus nietos "a ver cando lle das un así a teus país", bromeaban. Al verle todos los días también noté como la alegría del hombre se iba apagando, como su mujer cada día tenía los ojos más rojos, más cansados.

La tercera semana de prácticas la cosa fue bastante a peor. Él estaba muy pálido y sus manos eran totalmente blancas, como si les hubiese echado polvos de talco. Cada vez paseaba menos e, incluso, cada vez se levantaba menos de la cama.

Esta última semana ya me di cuenta de cual iba a ser el final. El hombre totalmente encamado, con mascarilla todo el día y con nebulizaciones cada 2 o 4 horas. Se me cayó el alma a los pies. Lo peor vino el jueves y el viernes, cuando ya respirar se le hacía tan complicado que tuvieron que sedarlo. En el momento en el que en mi planta sedan a alguien sabes que solo queda esperar a que su corazón deje de latir. Por lo que le pusieron una sonda y se limitaron a eso, a esperar. Y así, mientras la familia esperaba abandoné este sábado la planta pero no sé cómo estarán las cosas el lunes cuando llegue.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Si es que hay que quererlos...

A los pacientes, por muy repunantes que sean en ocasiones, se les coge mucho cariño. Te acabas conociendo las manías de cada uno, lo que le gusta y lo que no le gusta, lo que te va a decir en cada momento, sabes si te va a apartar la mano o no cuando le hagas una glucemia, y sabes nada más verle la cara si tiene un día malo o bueno. Y es que cada persona es un mundo, y en planta somos como una pequeña familia, nosotras cuidamos de los pacientes, y los pacientes de nosotras. Nos recomiendan comer más o menos: "Ai neniña tes que comer máis que estás muy delgadiña", te recuerdan veinte veces al día lo guapa que les pareces: "Non entendín nada do que me dixeches, pero moi guapa eres!", o te hacen saber todo lo que les recuerdas a su vecina/hija/sobrina: "Recórdasme moito a unha veciña miña que é así noviña como tú e sempre dixo que quería estudiar medicina", medicina.... ya. 
Y es que al final te acaban cogiendo tanto cariño que te preguntan a ti las cosas, y no a la enfermera, que te piden que les pinches tú, que les lleves las pastillas, que les midas la tensión... y hasta hay alguno que se cabrea porque no le dijiste que te marchabas esta semana, para no volver. 
Dejar la planta da bastante penita, y no volver a hacer prácticas hasta el siguiente cuatrimestre mucha más. Aunque estoy segura, me destinen a la planta que me destinen, de que caerán varias visitillas al 4D...

gasometría

Hoy he visto hacer por primera vez una gasometría. Es un procedimiento bastante complejo, pues se pincha la arteria, mucho más profunda que las venas y que no se ven a simple vista.
La técnica se basa en palpar el pulso de la muñeca e introducir la aguja. Sabes que has pinchado la arteria porque la sangre sale a borbotones y es de un rojo mucho más brillante que la sangre venosa( si el paciente satura a niveles normales de oxígeno).
En este caso, querían dejarnos hacerlo a mi compañera de prácticas y a mi, pero cuando llegamos a la habitación, el paciente estaba lleno de moretones y decidimos que, a pesar de nuestras ganas de pinchar, era mejor no crearle más sufrimiento al pobre señor.
Así pues, y como premio de compensación, le palpamos los brazos en busca del pulso y la enfermera pinchó. Incluso a la enfermera le costó encontrar la arteria. El señor no se quejó nada, tan acostumbrado que estaba, a pesar de que siempre nos habían dicho que era uno de los procedimientos más dolorosos.
Espero poder hacerlo la próxima vez, ¡y con un paciente igual de tranquilo!

Momentos difíciles

No todo iba a ser bonito, eso lo sabía desde el minuto uno, pero tampoco pensé que me fuera a impactar tanto la pérdida de algunos pacientes.

Llegamos el viernes con la noticia de que el señor X, con una familia encantadora, siempre con una sonrisa, siempre con su "as nenas teñen que aprender", había fallecido. Llevaba varios días bastante malo, luchando por quedarse, pero por desgracia no pudo ser así. A las 12:30 su corazón dijo que no podía más, ya estaba sedado para evitar el sufrimiento previo. Nosotras no estábamos allí y, sinceramente, menos mal. A mi ya me había llegado ver a su pobre esposa, con cara de preocupación durante tantas semanas. Trayendo paquetes de café y galletas al control de enfermería para agradecer el trato prestado. Ver al hijo, sentado día tras día al lado de su padre, sin moverse ni un milímetro, siempre pendiente de si necesitaba algo, de si tenía frío, calor, ganas de ir al baño...

Yo le tenía tanto cariño a este señor porque el segundo día de prácticas me dieron un vasito con 2 ampollas de Salbutamol y una de suero fisiológico y me mandaron a la habitación de este hombre para ponerle la nebulización. Y allá fui yo, sin tener todavía muy claro lo que era 'nebulizar'. El señor ya me vio con cara de no tener ni idea y se empezó a partir de la risa. "A min mandáronme con esto, pero non lle teño moi claro o que hai que facer", sin pedírselo siquiera, la mujer se levantó de la silla y vino a junto mía, "a ver, ti que crees que se fai", se lo expliqué y ella me dijo que sí, que lo iba a hacer bien, que no me preocupase. "E si te que equivocas tamén aprendes para a próxima" decía el señor. Así da gusto trabajar y es por estas cosas por las que no me arrepiento de estudiar enfermería.

Pacientes psiquiátricos

No (siempre) son tan terroríficos como parece

A diario llegan a planta nuevos ingresos, y muchos son programados. Los de trauma son operaciones programadas y los de reuma suelen venir por alguna descompensación rara o simplemente por "estudio" de su enfermedad.
Lo que nosotras hacemos es ir a recibir a los ingresos, comprobar la pulserita y las pegatinas y en el caso de requerirse sangre en la operación, si la hay, comprobar la pulsera del banco de sangre y llamar más tarde para confirmar que tienen las unidades de sangre disponibles.
A continuación procedemos a la entrevista. Necesitamos recopilar cierta información: constantes vitales, temperatura, tensión y pulso; indagar sobre alergias y dietas, y ahora lo importante: antecedentes personales, operaciones previas y enfermedades o problemas de salud a tener en cuenta que puedan ser de riesgo. Normalmente la gente asocia enfermedad con dolor, y si no le duele nada no está enfermo ni tiene ningún problema.
-Señor Andrés, tiene usted alguna enfermedad o problema de salud? 
-Eu? Non, eu estou ben
Pero a la hora de preguntar la medicación  que toma a diario te sueltan un cóctel de pastillas para la tensión, el colesterol, la próstata, incluso te dicen que la "isolina" (insulina)
Un día incluso en intervenciones previas el hombreciño afirmaba que tan sólo le habían operado de los intestinos y el pecho. Resulta que este hombre había tenido un adenoma de próstata, le faltaba medio pulmón derecho, no tenía apéndice y aparte sufría de hipertensión (HTA), hipercolesterolemia y otros males.
Al grano, en lo que iba a centrarme era en los pacientes que tienen mucha medicación, como este hombre; que tardas 20 minutos en hacerles "unhas preguntiñas" para la entrevista y 15 son para averiguar qué medicación toman y que pautas siguen, porque "media pastilliña amarilla no desayuno e dúas das brancas na comida e na cena" no nos sirve de nada.
Un día llegó una paciente de reuma para estudio que me sorprendió un montón su estado. Aparentaba 30 años más de la edad que tenía y sufría de cantidad de problemas músculo-esqueléticos: artritis, artrosis, hernias discales... La pobre mujer tomaba cada día en total 22 pastillas para el corazón, la tensión, el colesterol, para el dolor, antidepresivos, ansiolíticos, pastillas para todo. Tomaba otras 6 pastillas de vitaminas un sólo día por semana (a parte de las 22 diarias) y a parte hacía inhalaciones con 2 inhaladores distintos al día.
Tomaba morfina, targin, paracetamol, enantyum, parches para el dolor cada 3 días... de todo para el dolor. Me daba mucha pena.
El día de su ingreso, por la noche y tras la cena sufrió una crisis. Era una paciente con tratamiento psiquiátrico como ya dije, por lo que con la burrada de medicación que tomaba y el estrés que supone estar ingresado en el hospital, tampoco sorprendió tanto dentro de lo que cabe. Pero a mí sí, vaya.
Esta mujer estaba empeñada en que se iba a su casa, se vistió enterita como malamente pudo y recogió sus cosas; pegó bastonazos a diestro y siniestro al celador, auxiliares y enfermera para que la dejaran en paz y poder irse coger el autobús a casa. 
Finalmente intentando sujetarla, los médicos dieron orden de ponerle un relajante muscular por vía subcutánea y de aplicar sujecciones mecánicas una vez hubiera hecho algo de efecto. 
El relajante muscular la tumbó, literalmente. La sujetaron a la cama y le canalizamos una vía para administrarle la medicación necesaria.
Me dio mucha pena, pero era lo que había que hacer.
Al día siguiente me sorprendió todavía más ver que era una mujer adorable con muchos problemas de salud y una enfermedad muy grave que había sufrido una crisis psicótica pero que no por ello era mala persona ni merecía distinto trato ni menos cariño.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Los queridísimos comentarios

Creo que "los comentarios" son la parte más odiada por todos los enfermeros. Esa parte en la que ya llega el final del turno y se tienen que sentar a escribir cómo ha ido el día de cada paciente al que han atendido, y es que lo consideran tan poco interesante que cuando llega este momento ya nos dicen: "Podéis iros que ya no hay nada que hacer, solo queda escribir." Y lo dicen con tanta pena que da ganas de decirles: "No, yo me quedo a tu lado y te doy apoyo moral en esta difícil tarea."
Y es que llega esta hora y ves a cada enfermero delante del ordenador estrujándose la cabeza para acordarse de cómo ha pasado la tarde el paciente de la habitación X, cuántos paracetamoles le ha dado al de la X+1, o qué temperatura tenía el de la X+2. Y al final, sinceramente, todo esto vale de poco, porque en el momento en el que no se acuerdan escriben un "Sin incidencias", y aparcado. Aquí se utiliza esa lógica de: "Si no me acuerdo será porque no le pasó nada grave", y como no puedes pasar al siguiente paciente sin escribir algo en la ficha del anterior (los que hicieron el programa Gacela son demasiado inteligentes) pues los enfermeros echan mano de la imaginación, ¿qué van a hacer si no?
Cuando aún estamos a esas horas vagando por la planta solemos serles de ayuda, ya que estas semanas somos nosotros quien atendemos la mayoría del tiempo a los pacientes: preguntamos si tienen dolor, administramos los calmantes, nos dicen si tienen mareos, náuseas... así que nuestro enfermero asignado recurre a nosotros con esperanza: "Oye, ¿tu te acuerdas de cuántos calmantes para la barriga le dimos a esta señora?" "Creo que tres, CREO" "Pues 3." Y no se hable más, si lo dice la de prácticas, será verdad...

Aw-ful o a-full?

Hoy ha sido un mal día. Por motivos personales que me hacen recordar este día con pesadez y malas caras... Aún así he conseguido sacarle el máximo partido al día de hoy en el hospital, y casi gano 100 euros.
Me explico, nadie me ha chantajeado ni pagado por hacer nada.
Hoy he puesto he puesto una vía. Ni dos vías. Ni tres vías. Ni cuatro vías. No. Hoy, yo, Marta Pérez González estudiante de 2º de enfermería he canalizado cinco vías a cinco personas diferentes.
A la tercera mi enfermera se motivó y dijo que podríamos empezar a cobrar por cada vía. Y de verdad, fue duro. La gente mayor no suele tener muy buenas venas y es complicado encontrar una con un recorrido lo suficientemente largo, algo ancha, que sea superficial y que se palpe bien. Y aún así a veces no va, simplemente a la sangre no le da la gana de salir o se rompen las venas, sin más. Y cómo fastidia eso, cuando estás ya lista para fijar tu bonito y delicado catéter rosita y de repente, para de salir sangre y ves un bultito morado. Te dan ganas de fijar la vía y dejarla ahí a ver si la vena se recupera sola. Pero no lo hace y hay que buscar otra.
La frase "a ver que tiene usted por aquí" es de las más afamadas entre las enfermeras a la hora de poner los compresores después de "apriéteme ben o puño" y "solo un pinchaciño de nada", entre otras.
Quién me diera después de un día a full de trabajo poniendo y sacando vías y siendo tan awful como es un 11 de noviembre, acabar con 100 euritos en el bolsillo, que echando un ojo en Zara, hay unas botas muy monas ;)

Un psiquiatra urgente

Esta semana uno de los ingresos para mis habitaciones es el de una señora con cáncer de mama pero cuyo problema principal es que tiene una depresión de caballo. La mujer no hace más que llorar y gritar, quejarse por todo y decir "que me leve Dios". En mi opinión la familia tampoco es demasiado equilibrada, psicológicamente hablando. El marido dice "deixádea, xa se calmará" el hijo quiere ver al médico continuamente y la hija llama por teléfono cada cinco minutos para recordarnos que los desvaríos de su madre son causa de la morfina, que ella antes no era así, cabe destacar que la hija es publicista, pero vio demasiados capítulos de 'Hospital Central' y ahora se cree médico o algo.

La señora se levantó de cama y con su típico grito "que me leve Dios" se disponía a marcharse del hospital. "¿Onde tes o coche?" le decía al marido "veña vamos, que teño que facer a cena, seguro que ti non a fixeches,, non a fas nunca". El hombre, obviamente le cortaba el paso para salir de la habitación pero ella no estaba dispuesta a quedarse "quítateme de diante ou levas una patada" "vouche dar e despos non me chores". Yo tuve que salir de la habitación porque no podía aguantar la risa. A los acompañantes de la señora de al lado les pasaba lo mismo y salieron conmigo. Todo el pasillo estaba pendiente de esta mujer, porque claro, no sabe hablar sin chillar. Digamos que fue un día de lo más entretenido.

jueves, 10 de noviembre de 2016

"Escoria del hospital"

Esta tarde una R2 (no, no es el nombre de un robot de star wars), es decir, una residente de medicina de segundo año, estuvo toda la tarde posponiendo ir a ver a x paciente. Era un poco repelente, todo hay que decirlo. Decía que no le apetecía porque no era paciente de trauma. Y es que es verdad. Estas dos últimas semanas hemos recibido más ingresos de pacientes correspondientes a otros servicios que de trauma o de reuma. Entre los muchos que hemos tenido, han destacado los de urología. Pero cuántas mujeres han pasado por mis habitaciones estos días para un "cabestrillo"???? Veréis, ésta es una intervención quirúrgica que se les hace a las mujeres con problemas de incontinencia urinaria. Pues a la 4ª perdí la cuenta, porque son pacientes de corta estancia, pasan sólo un par de días en el hospital, y de vuelta a casa sin problemas.
A los pacientes de urología se le suman los infecciosos y aislados por contacto. Se "improvisan" habitaciones y protocolos de aislamiento en donde cuadre.
Otro tipo de pacientes recurrentes son los de dermatología, que los intentan colar por trauma por infecciones o úlceras cutáneas.
Incluso tenemos una paciente de neumología, con una EPOC, y bastante jorobada!
También me llamó mucho la atención que hemos tenido por lo menos 5 o 6 pacientes de oncología, y no precisamente estables ni en estadíos tempranos... Condrosarcomas, adenocarcinomas, cánceres en estadíos III y IV, tumores inoperables, metástasis en ovarios, colon y recto, metástasis en pulmones, tumores de próstata...
Y es por esto que la "adorable" r2 no quería atender al paciente de dermatología, se quejaba de que porqué nos lo mandaban a trauma, si por la misma regla de 3, el paciente tenía una fístula anal y mismo podría estar en digestivo con más camas libres. Fue ahí cuando soltó la joyita del día "Esto nos pasa por g***p*****, somos unos g***p*****, aceptamos todo, nos conformamos con todo, nos cuelan a cualquiera, en trauma siempre igual, somos la escoria de este hospital"
A todos los pacientes se les presta cuidados con la misma atención, por supuesto, pero como decía una profesora mía "Cada moucho, ao seu souto"

¿Quién decía asepsia?

El hospital es de todo menos aséptico. El primer día que llegas ya te hueles que de todas esas medidas higiénicas que te enseñaron en primero, vas a realizar tres cuartas partes, y ya exagero. En el hospital cada quien hace lo que quiere y como quiere. 
En las 4 semanas que llevo de prácticas no he visto ni a una sola enfermera lavarse las manos más de tres veces en todo el turno, y la que se las lava tres ya no es de fiar. Las que se ponen guantes no se los cambian hasta que ya acabaron de atender a los 12 pacientes y los tienen que tirar a la basura. La solución alcohólica de las habitaciones creo que solo la he utilizado yo para empapar las gasas de limpiar los termómetros. Las vías se cogen sin guantes "porque siempre me han enseñado así y ahora no soy capaz de utilizarlos, pero tú póntelos". Las enfermeras que se los ponen para sacar sangre están remuneradas debido a su escasez. 
En el caso de los aislados ya es una risa, allí entra todo el mundo sin ningún tipo de protección, y eso que allí a la entrada de la habitación se monta un chiringuito muy sutil con solución alcohólica, bata y guantes, pero todo el mundo pasa completamente. Este caso llegó al súmmum el día que hubo que canalizar una vía al paciente aislado de la planta, y como no se la daba pillado se llamó al resto de enfermeras; pues allí estábamos los tres de prácticas y las tres enfermeras tocando por todos lados al pobre del señor, a ver si asomaba la cabeza alguna vena, cuando salimos solo se me ocurrió preguntar: "¿Mira, y este no estaba aislado...?"

Un mar de sangre

Todos los pacientes que no saben a dónde mandarlos nos los traen a nosotros, ya que en nuestra planta no sólo hay enfermos de ONCO, si no también de UMAP, que es una unidad en la que ingresan los pacientes que van a estar poco tiempo en el hospital. En UMAP te encuentras a gente con Hepatitis, VIH, cirrosis hepática y también a los conocidos como prives, es decir, gente con síndrome de abstinencia.

Hace poco ya hablé de uno de estos personajes, pero ahora ya tenemos a otro ingresado. Este parecía que estaba tranquilo, le habían desatado las manos y pasó la tarde viendo la tele. Pero a la hora de la cena le apeteció armarla y ¿qué hizo?, pues arrancarse la sonda vesical, con globo y todo. Os podéis imaginar cómo quedó la cama; toda llena de sangre. La hemorragia uretral no cesaba, como era de esperar, por lo que hubo que llamar a la médico de guardia y ponerle al señor otro Valium.

Al limpiarle la habitación las auxiliares vieron que el paciente tenía escondidas cajas de pastillas y los compañeros de habitación certificaron que se las había estado tomando. Así que también hubo que hacerle una análítica para saber cuántas había tomado y si le habían hecho algún daño.

Purgar, purgar, purgar...


Del callo de estudiante al callo de purgar

Del callo de estudiante al callo de purgar.
Todos tenemos, o hemos tenido, un callo en el dedo corazón debido a pasarnos horas y horas escribiendo.
Esto se ha acabado llamando comúnmente el callo del estudiante, debido a las ingentes cantidades de apuntes que se tienen que tomar durante los años de facultad. Pero si hay un término que la sociedad debe acuñar, es el callo de purgar.
Si por algo se caracterizan las prácticas de enfermería, es porque te vas a pasar horas purgando, porque es aburrido, es básico, es fácil y, siendo sinceros, porque nadie más lo quiere hacer.


En mi caso, en una planta como cirugía, purgar es una tortura constante. La mayoría de los pacientes están en ayunas, por lo que necesitan sueros,  todos necesitan calmantes, (vía intravenosa) y casi toda la medicación se coloca en sueros de 100 ml ( pitufos)
Cuando ayer llegué a casa y vi que tenia la yema del pulgar sin piel, se me ocurrió contar todos los sistemas que purgar hoy.
Resultado: 64 paracetamoles, 43 pitufos normales y 40 pitufos con adaptador. 
Mientras escribo esto con nueve dedos, me consuelo sabiendo que solo me quedan una semanas de prácticas; ¿ aguantará el dedo?

miércoles, 9 de noviembre de 2016

¿Qué hacemos tía?

Correr!!!!


A todo correr

Tengo la suerte de que una de mis compañeras de piso estudia lo mismo que yo, estamos en la misma clase, y nos ha tocado el mismo horario de prácticas en el hospital, por lo que vamos juntas a todo.
Tenemos seminarios de informática, vamos a clases extracurriculares de inglés martes y jueves de 12:00 a 13:00 y además, tenemos que estudiar el resto de asignaturas de la carrera. Salimos de casa a las 14:15, subimos una larga cuesta, y al cruzar a la izquierda, un poquito más allá está la parada de bus en la que para el c1 sobre las 14:30, autobús que nos lleva hasta el clínico. 
Qué bonito fue esta tarde, acabando de subir la cuesta de Romero Donallo, con el frío que hacía, pero aún así ambas con la lengua fuera, y ver que el autobús ya estaba llegando a la parada, el semáforo en rojo y nuestras compañeras de prácticas dentro del autobús. De ahí el título de esta entrada, qué hicimos? Pues correr y librarnos del inminente atropello por un Seat Ibiza rojo.
Así suelen ser nuestros días, madrugar, estudiar, desayunar a todo correr para ver quién se ducha antes (a parte de las 2 enfermeras, tenemos 2 compañeras más de piso), vestirnos en medio minuto, ir corriendo a inglés, salir corriendo de inglés para llegar a casa lo antes posible, comer cualquier cosa rápido, lavarnos los dientes, coger unos calcetines, algo de beber y una barrita o unas galletas, y salir corriendo. Seguimos la travesía.
Solemos llegar al hospital sobre las 14:45, bajamos a la -2, donde están los vestuarios y la cafetería del hospital. Tengo que decir que nunca he comido ahí, no sé qué sirven, pero siempre huele igual, igual de mal, me refiero. Entramos en el ascensor tapándonos la nariz y salimos corriendo hacia el vestuario con las caras metidas en las bufandas. Abrimos nuestras minúsculas taquillas donde están nuestros divinos pijamas y nuestros aún-más-divinos zuecos y nos cambiamos. En estos diminutos cubículos se supone que tienen que entrar perfectamente calzado, ropa, bufanda, abrigo/cazadora de invierno y quien quiera, bolso/mochila. Digo quien quiera porque casi todo el mundo sube sus pertenencias valiosas al control de enfermería y lo guarda con las demás cosas de las enfermeras. Subimos a nuestras correspondientes plantas alrededor de las 15:00, listas para empezar.
Normalmente tenemos el descansito para merendar sobre las 18:30-19:00; depende del día, en el que subimos a la cafetería y disfrutamos como si de un lujo se tratase, de un zumito y una barrita de cereales de marca blanca.
Al salir, habitualmente sobre las 21:30, nos cambiamos (rápido, por supuesto) para coger lo antes posible el bus de vuelta a casa. Aquí se ralentiza el ritmo acelerado que llevamos sufriendo todo el día. Acabamos el día muer-t@s. Y normal, no paramos un segundo. Al llegar a casa sólo hay ganas de pijama calentito, cenar algo rico, un poco de charla en la cocina y meterse en camita.
Eso sí, aquí estoy, escribiendo, a todo correr, la entrada diaria, antes de que me den las 12.

La analítica "obligatoria" del alumnado

La analítica obligatoria es un cuento chino que te cuentan el primer día de tus prácticas para que pidas vez en preventiva y te vayas a pinchar. Y es que ni tan siquiera lo definen como algo "obligatorio", eso es un adjetivo que yo, y según mi sincera opinión, le acabo de atribuir. 
Nadie de la facultad, ni responsable de prácticas, ni coordinador, ni personal sanitario en general, se encarga de verificar que los alumnos que van a trabajar durante cinco semanas con pacientes inmunodeprimidos no tengan ninguna enfermedad contagiosa o precedentes para tenerla. Nadie se preocupa de saber si estamos repartiendo un virus por todo el hospital, aquí se hacen ojos ciegos y oídos sordos y a practicar todo el mundo. 
Esto es algo que digo básicamente porque me ha sorprendido un montón que en un lugar como es un hospital no haya medidas más seguras para los pacientes, porque está claro que no es lo más común que tengamos cualquier enfermedad contagiosa, pero de los cientos que hacemos prácticas no es tan raro que se cuele alguno. 
Pues lo único que se hace contra esto es darnos una charla de 1 hora el mismo día que empiezas las prácticas, y llamas a preventiva ese mismo día y te dan cita para dentro de dos semanas, ah, y resultados al cabo de otras dos! Total, que se pasan las 5 semanas de prácticas y tu aún no sabes el resultado de tu analítica, pero bueno, que ojos que no ven corazón que no siente. 
Lo de las medidas y barreras de seguridad en los hospitales es un tema que, según mi punto de vista, tiene mucho que mejorar.
P.D: Mañana pediré cita para hacer la famosa analítica, a ver si llego a tiempo para las prácticas del segundo cuatrimestre.

¿ Señora le pasa algo?

Cuando los pacientes del psiquiátrico enferman.

Cuando hace unos días llegué a la planta, lo primero que escuché fueron unos gritos de alguna paciente histérica. Seguí el sonido de los gritos y me encontré con una señora de 80 años encamada gritando como si la estuvieran matando. Me acerqué a ella y le pregunté que le pasaba. Acto seguido, dejó de gritar, me miró y me dijo " no me pasa nada" seguidamente, volvió a chillar. Le pregunté entonces por qué gritaba. De nuevo, paró de gritar, me miró y se quedó callada.
Según me marchaba por el pasillo, comenzó a chillar de nuevo. Cuando llegué al control y pregunté que pasaba con la paciente de la habitación 6788653, me dijeron que era una paciente del psiquiátrico de conxo, que había cogido una infección y que no me asustara por los gritos.
La medicación pautada para calmarla funcionaba durante unas tres horas, por lo que las otras 21 se las pasa chillando.
Lo más singular es que cuando vas a junto de ella, ella mantiene una conversación normal. Hasta ahora me ha contado que su marido tenía 14 años más que ella, que se casaron a los 18 años y siempre me dice lo guapa que estoy.
Como podéis suponer, intento hablar con ella lo máximo posible, pues los otro 42  pacientes que intentan descansar no se toman tan bien que ella simplemente está enferma, igual que ellos.

¿Alumna o profesora?

Mi enfermera de hoy era nueva en la planta. Viene para quedarse, no es de estas 'correturnos' que hoy están aquí y mañana pues a saber. No, ella se queda, pero claro empezar no es fácil. Al llegar ya me advirtió de que estaba un poco perdida, todas le ofrecieron ayuda pero me confesó que no le gustaba andar mareando a las demás porque a ella tampoco le gustaría que le anduviesen todo el día preguntando. Por lo tanto ¿a quién le tocó enseñarle dónde estaban las cosas básicas? Pues a una servidora, como no. Menos mal que la chica es muy simpática y agradable.

Ella llega de urgencias pediátricas y dice que lo que más raro se le hace es poder hablar con los pacientes de 'tu a tu', poder preguntarles qué tal sin la necesidad de que te conteste un padre o una madre angustiados.

Creo que me dio las gracias unas trescientas veces a lo largo del día "salváchesme a vida" me decía cada poco. Y yo, con lo poco que sé de esto todavía pues me sentí muy orgullosa de mi misma y me di cuenta de verdad de cuántas cosas había aprendido en estas 3 semanas, cosas que parecen chorradas, que ya haces por costumbre pero que para ella eran completamente nuevas. Nunca había estado en onco, ni siquiera de prácticas así que todo aquello suponía un nuevo mundo para ella, hasta algo tan rutinario como un plan de cuidados de un paciente al ingreso, porque claro, en cada planta tienes que poner una cosa.

No sé si me tocará más días con ella, sinceramente espero que sí, porque ahora ya sabe que sé hacer las cosas, que me puede dejar sola sin problema, así que supongo que me dejará más autonomía. Además es una chica relativamente joven, que me puede aportar mucho y muy agradable, tanto conmigo como con los pacientes.

martes, 8 de noviembre de 2016

Paranoias de la 17/x

"Parte de nuestro trabajo es guardar la cordura en medio de la locura"

Tenemos, o más bien, teníamos, una paciente algo especialita en la habitación 17. Hoy le han dado el alta, cuando yo llegué ya estaba a punto de irse.
Esta mujer era buena persona, pero lo que se dice de paciente era... tediosa y bastante paranoica.
Por ejemplo, hay unos sobrecitos muy famosos en nuestra planta, la lactulosa que sirve para, ejem, ayudarles a ir al baño. Pues bien, un día repartiendo la medicación, le pregunté si la necesita y me dijo lo siguiente: "No, gracias, el estado de diarrea tampoco es lo ideal, estoy intentando contemporizar un metaequilibrio con la lactulosa".
Otro día se quejó de que le molestaba la vía, cómo no!, y su monólogo esta vez fue algo así: "Sí, veréis, es que esta vía del brazo me molesta, me parece más conservador que me canalicéis otra en la mano, pero tampoco soy seguidora de la corriente de ir picoteando por ahí; no tengo tantas venas y seamos sinceros, aún me queda una operación de pelotas y quiero reservarme algunas para quirófano".
En otra ocasión, nos llamó alteradísima exigiendo un inmediato cambio de vía, ya que se podía ahogar. Así nos lo explicó ella: "Veréis, necesito este brazo para incorporarme si estoy tumbada, y al tener esta vía puñetera en la flexura, no puedo; y si me atraganto o me viene una flema, no podría incorporarme para toser, me ahogaría".
Un día me mandaron ir a ponerle un Dexketoprofeno IV; vamos, un enantyum, y ya empezó: "Eso es un enantyum? Buf, a ver qué tal me va, la última vez no me convenció su efecto, me da reacciones raras con taquicardia de disnea (aseguro que esto no existe) y sinceramente, como antiinflamatorio, los beneficios que me reporta frente a los prejuicios que presenta, no me compensa".
Yo creo que la mejor intervención de nuestra alocada paciente fue la siguiente. Esto era un bonito día a la hora de la cena: "Gracias por la cena" "Buf, no tengo nada de apetito, a ver si ceno algo de esto, no me gusta la comida" "Por cierto, excuso molestaros, pero ayer me dijeron que tenía los glóbulos rojos bajos y hoy, los leucocitos; y me siguen transfundiendo sangre. Vamos a ver, pero qué es esto!? A mí que me administren lo que consideren, no voy a decirle a nadie como tiene que hacer su trabajo, pero vamos a ver, a mí que me lo expliquen. NO ES UNA BROMA, ES MI VIDA " -Golpe seco en la mesa y pausa dramática para reacción-. Ha de tenerse en cuenta que a los 10 minutos la paciente había devorado con fervor la sopa de pasta de estrellitas y llevaba media pieza de carne con patatas fritas, y no hubo vía ninguna en la flexura que le supusiera algún problema para cortar su cena y seguir comiéndosela con ímpetu.
Por último, os relato una cortita: "Marta, haz el favor de correrme la cortina, pero déjame la puerta abierta, siempre estoy a tiempo de pegar un grito al pasillo de noche" Vamoh a veh, señorita pofavóh; que tiene al lado de la mano el timbre del control de enfermería, qué carall* va a gritar a un pasillo vacío, para despertar y/o atemorizar a toda la planta, pensando que se está muriendo o algo. Una paranoica en toda regla.
Lo que se ha perdido Broadway con esta mujer...
Tras un par de monólogos le pregunté a la enfermera que hay que hacer en estos casos y seguí su consejo: Asentir, tratar de no reírse y hacer como que lo que te están diciendo es algo proveniente de una persona que esté bien de la cabeza.
No era mala tía, pero su mayor problema estaba en su cabeza, no en la cadera derecha ni en la rodilla. Todo hay que decirlo, era especialita, pero siempre educada y nunca le faltó al respeto a nadie.
Pd: Una enfermera hoy nos ha dicho que se debería estudiar el tema de que hay algo, algún mecanismo que conecta las fracturas óseas con el cerebro, ya que es verdad que les afecta, algunos pierden la cabeza y te sueltan cada cosa... que te dan ganas de decir ¿En serio, señor/a?

Síndrome de abstinencia

Terminamos el turno del lunes sabiendo que habría un ingreso esa misma noche con un síndrome de abstinencia. El nuevo paciente es alcohólico y se encuentra agitado debido a que no puede ingerir alcohol ni otras sustancias, es decir, el clásico 'mono'.

Hoy al llegar, uno de los pacientes más animados ya nos advirtió: "¿acabáis de llegar? Pues anda que no os queda nada." Con esos ánimos da gusto empezar. El primer contacto fue la toma de constantes, bueno, el intento, porque nada más acercarnos con el termómetro empezó a querer tirarse de la cama: "¿Pero ti que queres faserme con iso? Eu non che son ningún can" A nosotras nos costaba aguantarnos la risa.

Después de repartir la medicación de la merienda y de que auxiliares y celadoras lo atasen, la mujer de uno de sus acompañantes vino apresurada al control a decirnos que se estaba arrancando las maniotas y la vía con los dientes, a mordiscos. El resultado: toda la cama llena de sangre "Nun sei para que carallo quería eu eso ahí" protestó. La enfermera, que ya está acostumbrada a tratar con este tipo de pacientes le dijo que le iba a meter "un pouquiño de viño para merendar" y que en el hospital se metía por ahí, que así se ahorraban los pacientes el esfuerzo de levantar el brazo "ah bueno, si é para iso podes poñerme tres ou catro máis", el hombre tonto, lo que se dice tonto, pues no es.

Al llegar de la merienda ya vimos mucho revuelo en la habitación. ¿Qué había pasado? Pues que el vecino se había intentado quitar la sonda (porque tampoco está demasiado consciente) y aquello era un riachuelo de pis. ¡Menudo olor! El de antes, al ver tanto ajetreo se puso nervioso y claro, no se le ocurrió mejor cosa que volver a mordisquear la vía. Ala, a canalizar otra vez. Ahora enfermeras y auxiliares le dijeron que le iban a traer unas 'cerveciñas' a ver si así se calamaba "Oíches nena, tes que chamar ao meu pincho, para que me traiga o meu, dille que xa llo pagarei" "Xa llo chamei, di que se pasa el despois por aquí, que non te preocupes". A todo esto yo ya no podía aguantar la risa. Además el señor de al lado nos decía que quería "coller un avión para ir a Barbanza" que llamásemos al piloto cuanto antes. Todo un espectáculo.

Cuando me fui para casa el del síndrome de abstinencia quedaba gritando "¿que pensades que son un 'pinchador nato'? deixade xa de clavarme agullas" y el compañero totalmente desnudo encima de la cama porque según el "¡Cómo se nota que xa chegamos a Sevilla, fai unha calor que non se para".